No era de mi sangre pero sí de mi familia

Son muchas las personas que nos rodean pero no tantas las que, por los motivos que sean, se ganan nuestro cariño.  Hay seres que tienen la capacidad de marcar sin quererlo.  Gota a gota nos van dejando huellas en el alma y aunque  intuyes su importancia, la sientes de verdad en su ausencia.

Son seres llenos de energía, vitales, sencillos y cercanos. No son necesariamente los más cultos, ni los más guapos ni los más de nada pero son especiales. Y eso sí que es lo más.

A lo mejor no nos unen lazos de sangre pero sí son de nuestra familia porque el amor y el cariño no viene de serie; se gana, se cuida y se protege de la adversidad. Son personas que cuidan de tus hijos con el mismo cariño que cuidan de los suyos, que te escuchan como si lo que dijeses fuese lo más importante, que te regalan su tiempo sin pedir nada a cambio, que te sonríen sin merecerlo, que te saludan como si tu presencia fuese un regalo; que te hacen sentir bien.

Y así es Lina, una abuela que le dio de comer a mi hijo como si fuese su nieto.

Gracias Lina. Descansa en paz.