Ya empiezan los efectos secundarios

Recuerdo el primer día de aislamiento; nosotros comenzamos hace más de tres días. El viernes, Niko (3 años) me preguntó si había cole y le dije que no. Bueno, alguien ( o él solito) le debió de decir que «era fiesta» y no sabéis el día que me dio con ir a la fiesta. Se lo había tomado literalmente y no paraba de decirme que fuésemos a la fiesta. Al final del día le expliqué un poco el tema y ya no ha vuelto a decir nada.

La cuarentena empieza a hacer mella en mi; esta mañana Jon me ha preguntado qué día es hoy y le he dicho que martes.  Sin mirarme se ha ido la cocina y todo resignado me ha dicho «Pues aita me ha dicho que es miércoles…»A lo mejor no te lo crees pero he dudado más tiempo del razonable y sólo cuando lo he comprobado en más de dos medios me ha quedado claro que hoy es miércoles. Y esto sólo acaba de empezar.

Sea lunes, jueves o sábado el caso es que mi actitud aún está positiva; entre grito y grito, trabajo, juegos, pensamientos variopintos, redes sociales y demás aún tengo ganas de sonreír y sé que esto ha de ser una buena lección de vida.  Cada día a las 20:00 salimos a nuestros balcones a dar la gracias a quienes se están esforzando por los demás pero también es una forma de simbolizar que estamos aquí, que no perdemos las ganas de seguir adelante, miedo mediante.

Porque el miedo está ahí.  Ya hemos hablado en muchas ocasiones de que no hay emociones ni buenas ni malas, que todas son necesarias. El miedo nos avisa (nos chiva) de que algo está sucediendo en nosotros y en nuestro entorno. Reaccionamos con miedo cuando pensamos que lo que sucede es peligroso para nosotros o para la gente que queremos. Así, tanto el cuerpo como la menta reaccionan. Si no tuviéramos miedo cruzaríamos la carretera sin mirar o tomaríamos decisiones sin meditar las consecuencias. El miedo es un buena aliado en nuestro día a día porque no hace reflexionar, ponderar y nos da prudencia.

Pero claro, el miedo es como la sal, hemos de racionarlo en su justa medida porque si nos pasamos de ración nos podemos bloquear ( y no reaccionar) o podemos reaccionar de forma impulsiva e incluso agresiva.

¿Tienes miedo?, ¿Cómo sabes qué tienes miedo?, ¿Qué sientes en tu cuerpo?, ¿Qué piensas?, ¿Cómo reaccionas? Responder a estas preguntas es un ejercicio muy valioso para trabajar la inteligencia emocional porque a partir de este diagnóstico emocional podremos obrar en consecuencia. Porque cabe la posibilidad de que no sea miedo como tal y tengas preocupación (una emoción de intensidad menor), o puede que tengas enfado (contigo mismo, con los políticos, con la gente que sale a la calle, con…), tristeza, esperanza, asco o desprecio (hacia el virus o los comportamientos sociales). Como ves hay muchas posibilidades emocionales; seguramente tengas muchas emociones a la vez y te sea complicado discernir cuáles son y cómo te afectan. Ahí está el reto porque de saber identificarlas y de saber adaptar los pensamientos depende tu conducta y tu conducta es la que genera tus resultados.

De esto último que te acabo de decir depende tu autoestima, tu imagen social y tu posibilidad de desarrollo personal y profesional.

Por ejemplo, imagina que que esta situación tienes claro que te genera enfado, mucho enfado con todo y con todos (por como actúa el Gobierno y/o la gente, porque tus expectativas profesionales se ven afectadas negativamente, porque odias estar encerrado, porque te asomas a la ventana y ves a la gente en la calle y puedes pensar algo así como «Soy gilipollas; yo en casa y estos de paseo», porque tienes la sensación de que esta situación te va a perjudicar más que a los demás, porque…

Si no regulas (como un termostato) la intensidad de esta ira tus pensamientos van a alimentar esa ira añadiendo más pensamientos «enfadados» y al final acabarás haciendo cosas «desde la ira» y obteniendo lo mismo que has sembrado. Perderás tiempo quejándote y dejarás de hacer un montón de cosas que tienes pendientes y que son importantes para ti, te dedicarás a despotricar contra todo y contra todos generando grandes amistades en las redes y miradas y gritos  de amor en el hogar, generarás una imagen de ti mismo digna de  alguien a quien todos querrán tener cerca, lo poco que hagas lo harás tan concentrado que te saldrá algo parecido a un churro…

Tener miedo es sano y un signo de vida pero la dosis y reacciones al miedo han de ser adaptativas ( que nos ayuden a sobrellevar la situación y generar soluciones). Esto depender de ti porque por muy encerrados que estemos seguimos siendo LIBRES y la llave de nuestra libertad somos nosotros. 

Aunque los días no pasan en balde, Coronavirus 0-Resiliencia 10 (porque me lo estoy currando y porque me da la gana que el marcador es mio).

Recuerda #lallaveerestú#

Ah, y muchísimas gracias todos los que os dirigís a mi a través de mi correo electrónico (especialmente a mi matrona preferida). Se agradece de corazón.