Cómo resistir en tiempos de…no sé de qué

 

¿Ya te has cansado de quejarte?, ¿Has agotado las reservas del miedo paralizador?. Es posible que la respuesta sea NO.  El miedo, como el sol, es una fuente renovable y la quejas nunca se acaban.

Estrenamos mes y abril nos recoge un poco flojos para qué nos vamos a engañar. Es normal e incluso sano tener momentos de bajón; lo que estamos viviendo es algo sin precedentes, una crisis a todos los niveles que jamás pensábamos que nos iba a tocar vivir.

La «guerra» se libra a nivel sanitario, a nivel económico, a nivel social, a nivel familiar y a nivel personal.  Estar varios días seguidos compartiendo espacio con otras personas (por mucho que las queremos) y sin poder coger aire más allá del que tenga una terraza, balcón o una humilde ventana es todo un reto. Hay demasiada intensidad emocional para poco aire fresco y cuando uno parece estar más relajado el otro le toma el relevo con enfados y miedos…

Vale, todo esto es así y hemos de ser conscientes y sobre todo llevarlo de las forma más adaptativa que podamos. En casa hemos puesto una pizarra en la cocina en la que cuando alguien se porta «regular tirando a mal en tiempos de crisis» ponemos una carita triste al lado de su nombre. La verdad es que está resultando «mano de santo» porque nadie quiere tener caras tristes al lado de su nombre. Ojo, que seguimos con nuestros enfados y gritos pero bajo un umbral reconocido como aceptable por los baremos de la OMS (para familias numerosas).

Más allá de la anécdota me gustaría recordarte, por si te pueden servir, algunas ideas para sobre llevar mejor estos días e incluso sacarle partido a las horas de confinamiento:

  • Se ha demostrado como el hecho de hacer algo bueno por los demás afecta muy positivamente tanto en nuestro cuerpo como en nuestra mente. Venga, piensa en alguien y llámale para decirle algo positivo, darle las gracias, ayudarle en alguna cuestión….lo que se te ocurra. Y no, no lo dejes para luego que te conozco.
  • Finge hasta que los seas; no seré yo quien te diga que dejes de expresar tus emociones más desagradables pero si seré yo quien te diga que no te regodees en estados en los que te invada el miedo, la tristeza o el enfado. Una vez que te hayas desahogado, coge a esas emociones, dale las gracias por todo lo que te ayudan y enseñan, mételas en el bolsillo y empieza a fingir. Finge, finge y finge que sabes controlar tus emociones, que estás aprovechando el tiempo para estar mejor, finge que sabes que todo irá bien, finge que eres la persona que quieres ser en tiempo de crisis... Cuando todo esto pase te darán el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia familiar y personal. Mira, son las ocho de la mañana y mientras estoy escribiendo esto miro a la ventana. De repente, el cielo me regala un precioso arcoiris que, bajo el fondo gris, luce esperanza.  Mientras finges que lo eres , lo haces y los están siendo; de tanto hacer algo se pega jejejje.

  • Echa un ojo y gestiona lo mejor que puedas el grado de frecuencia, intensidad y duración que tienen las emociones dentro de ti y en tu casa. Sabemos que no hay emociones buenas ni malas porque todas nos ayudan a vivir y evolucionar. Aunque, por propia tendencia del cerebro, las emociones afines a la tristeza, miedo, ira y asco son más frecuentas, intensas y duraderas que aquellas vinculadas a los estados de alegría en estos días es cuando debemos hacer un verdadero esfuerzo en incrementar los momentos de alegría, humor, bienestar, confianza, tranquilidad, positivismo etc. y dosificar los estados de ira, miedo, asco y tristeza.  Crea, como si de un curso de cocina se tratase, tus propias recetas de alegría; comentarios, hábitos, ideas que ayuden a relajar y subir el ánimo.  Además de hacer lo que ya sabes que funciona te animo a tirar de creatividad y buscar nuevas fórmulas. El otro día me inventé un juego de simular animales y a los niños les encanta y yo me muero de la risa viendo como Niko imita a los monos.  A mi marido le inyecto humor, sorpresa y cuarto y mitad de inquietud a base de preguntas sorprendentes…Y a mí misma me inyecto escribiendo, bailando con mis hijos, haciendo bromas a mis hijos, mirando por la ventana, viendo todo tipo de programa en la tele, haciendo algún estiramiento, conectando con mi familia y sobre todo, imaginando situaciones nuevas, cambios. Te puede parecer una tontería pero con este pequeño consejo estás ayudando a tu bienestar emocional (mantener controlada la ansiedad, estrés, etc.) a tu bienestar mental (focalizas la atención en ideas más positivas y controlas tus pensamientos) y a tu salud en general a través del  sistema inmune porque se ha comprobado científicamente como el hecho de tener unas emociones u otras con determinada intensidad, frecuencia y duración puede ayudar o debilitar nuestro sistema inmune. Vamos, esta idea es una fuente de salud. Cógela.

y, para acabar ahí os dejo un pequeño «grito de paz».

Recuerda que #lallaveerestu#.

Abrazos virtuales.