Miedo al miedo

¿Cómo va todo por ahí? Por aquí va. Aunque tengo la sensación de haber entrado ya en la fase de desgaste, lo llevamos razonablemente bien. Mira que yo soy mucho de emociones pero creo que en la fase de desgaste es más eficaz que lidere la razón. La racionalidad no está exenta de emoción pero sus emociones están muy muy filtradas y, por tanto, la amígdala está más tranquila. Otra cosa es si el filtro empleado es el más oportuno.

¿Te acuerdas de que te conté que la amígdala es una glándula que está en el sistema límbico (sistema emocional)?. Es una «señora» que tiene encomendadas tareas tales como dar respuestas inmediatas (lo que llamaríamos viscerales) en situaciones percibidas como peligrosas.  Así, es la que nos impulsa a salir corriendo o atacar si la cosa se pone fea. Y no le gusta nada que se metan ni en su departamento ni en sus funciones por lo que no quiere ni oír hablar del departamento de la razón. Y ¿qué pasa?, pues que a veces, muchas veces la amígdala se equivoca en la valoración de la situación y en el grado de intensidad a la hora de responder. Por eso, las personas acabamos gritando por tonterías, agrediendo física o verbalmente  sin aparente razón o tratando mal al otro porque creemos que nos quiere hacer daño. Ella está acostumbrada a trabajar como antaño (y con antaño me refiero a tiempos casi carvernícolas).Tiempos aquellos en los que constantemente había amenazas reales y los litigios se solventaban a golpe de palo e insulto.

A esta señora nadie la ha formado para actualizarse y dar respuestas  más adaptadas a los tiempos presentes. Pertenece a lo que se denomina el cerebro reptiliano.

Yo, llevo mucho tiempo formando a mi amígdala para evitar males mayores porque en más de una ocasión me ha metido en buenos líos. Cada uno tenemos (en función de nuestra genética y experiencias) la amígdala más o menos «disparada» ¿Cómo está la tuya?. Y es en momentos de crisis en los que se puede observar su naturaleza.

Creo que poco a poco muchos de nosotros vamos formando a nuestra amígdala y ésta va aprendiendo a actuar cuando verdaderamente es necesario. Estamos reduciendo la jornada  laboral, las tareas y las responsabilidades de  la amígdala. El sueldo ni lo tocamos que como se enfade….

En momentos de incertidumbre y críticos es importante tener controlada a la amígdala. Respirar profundamente, contar hasta 10 antes de responder de forma presencial o virtual, hacer tareas que no contengan carga emocional (mira, es un buen momento para dejar la casa como una patena) o reconducir nuestros pensamientos hacia otras cuestiones. Son pequeños trucos que nos ayudan a tenerla más regulada. Porque, de lo contrario, nos puede pasar lo que le está pasando a mucha gente; broncas, malos ratos, insomnio…

El otro día le escuché a un filósofo hablar del «miedo al miedo» o lo que es lo mismo tener miedo a tener miedo. Fíjate qué filón para la amígdala.  Tener miedo al miedo nos puede hacer mucho daño emocional. Las emociones no son buenas ni malas; todas son necesarias. Lo que importa es lo que hacemos con ellas; deberíamos aprender a regularlas y transformarlas.

Si tenemos miedo a tener miedo podemos reaccionar con un bloqueo absoluto o, al revés,  con ataques de ira (enfado). En definitiva, multiplicamos sus efectos más extremos y la emoción deja de tener utilidad y se convierte en un obstáculo. En esta situación, somos rehenes del miedo y vivimos secuestrados por una realidad poco real porque está impregnada por el miedo menos adaptativo. Y, esta situación se va retroalimentando porque las emociones no distinguen entre realidad y ficción así que seguimos engordando  la idea de que tenemos que tener miedo a tener miedo. Y claro, actuamos como pensamos.

No tengamos miedo a tener miedo; no tengamos miedo a una emoción que nos ayuda a ser más prudentes y reflexivos. Aceptemos al miedo como parte de nuestra inteligencia emocional y saquemos lo mejor de él. El miedo nos prepara para la acción y si sabemos dosificarlo bien puede ser la clave para acertar o no errar.

Que viva el miedo y las personas que no tienen nada que temer porque sus intenciones son buenas.

Recuerda #lallaveerestú#.