Y dice La Pelaya

Y dice La Pelaya:

» A ver, que yo me entere. O mejor, dicho, entérate tú. Bueno, no sé. Enterémonos los dos. Que cuando me muera quiero que hablen de mi con propiedad. Que si era buena lo digan con argumentos y si no lo era también. Parece que todos los que se mueren son buenos; debe de ser que los que nos quedamos aquí abajo somos los tarados.  A lo mejor sí y a lo mejor no.  Pero bueno, tampoco pasa nada por despedirnos con alguna mentirijilla.

Más me preocupan las relaciones de los que nos quedamos.

Y no, las personas no somos buenas o malas porque hablemos más o menos o lo hagamos más tranquilas o efusivas. Se suele decir, con poco conocimiento a mi entender,  que fulanito es bueno porque no tiene conflictos con nadie. MENTIRA. Saquen el polígrafo del Deluxe y veamos si eso es verdad. Que no hombre que no; que es imposible o casi imposible (véase los iluminados) no tener conflictos con nadie. Otra cosa es otra cosa. Que todos, por el mero hecho de estar aquí abajo tenemos nuestros conflictos con nosotros mismos y con los demás. Otra cosa es que no los exterioricemos o que los exterioricemos de una determinada manera. Pero eso es otro cantar.  Si el que calla es bueno, que sepan que si la casco no deben decir que yo era buena persona porque yo soy más de explotar que de implotar.

Que servidora es partidaria de morderse la lengua más veces de lo que lo hace pero que no le den los silencios como forma de vida. Que un grito puede quedarse en una tormenta frente a las guerras generadas por los silencios.

Que hay que aprender a callar, claro que sí.

Que hay que saber gestionar los silencios, por supuesto.

Que el que calla no tiene porqué saber gestionar mejor las emociones, sólo calla.

Que el que grita, aunque deba mejorar y dosificar esos gritos por lo menos se manifiesta.

Denme ustedes gritos, muchos gritos si he de elegir. Mucho de lo que pasa en este mundo,muchas dolencias emocionales, muchas injusticias sociales y mucho sufrimiento se ha fraguado y mantenido al calor del silencio de quienes por miedo, interés, incapacidad o egoísmo no han sabido o querido gritar a tiempo.

El silencio incapaz expone a los más vulnerables y a los gritones al peor de los desenlaces; la indiferencia.

Que una a veces se cansa de esto de señalar a los gritones y poner galardones a los que callan. Que ni una cosa ni la otra; que ni víctimas ni verdugos, ni buenos ni malos. Todos somos seres humanos que tenemos necesidades».

Pues, La Pelaya se ha quedado a gusto. Nada que añadir.