Y dice la Pelaya: «No es tener, es sentir».

Estaba yo pensando que muchas veces utilizamos el lenguaje equivocado, o ¿no?. Mejor dicho, creo que más bien el lenguaje nos delata y representa nuestra realidad.

Cuando hablamos de emociones solemos decir «tengo tristeza», «tengo preocupación», etc. Y ya sale por ahí esa necesidad de posesión que embarga nuestro mundo equivocado. Las emociones NO se tienen, se SIENTEN. Las emociones viene y van; las sentimos más o menos tiempo (en función de lo percibido) pero su naturaleza es trashumante. Van y viene, vienen y van. A veces se comportan de forma notoria e impactante y otras veces lo hacen de forma neutra y discreta.

Cuando hablamos de tener, hablamos de posesión y esto puede implicar que nos identificamos en demasía con ellas.

Y eso sucede con muchos otros aspectos. Lo intangible de la vida está más ligado con el sentir que con el tener.

Un cargo de responsabilidad se puede tener pero si no se siente, es muy complicado que se desarrolle de forma adecuada o satisfactoria. Si un líder de equipo tiene el cargo pero no siente ni la responsabilidad ni el compromiso mal andamos.

Si un líder de equipo tiene el cargo pero no siente autoconfianza o implicación o ganas…(acaba tú la oración).

A veces creo que es mucho más complejo sentir que tener. Es más, por mucho que tengas si no lo sientes de poco te sirve.

Si tengo un maravillosa pareja a mi lado pero no lo siento así…

Si tengo muchas capacidades y habilidades pero no lo siento así…

Si tengo mucha gente que me quiere pero no lo siento así…

Si tengo buenos resultados profesionales pero no lo siento así…

Si tengo mucho dinero pero no lo siento así…

Si tengo grandes proyectos personales o profesionales pero no lo siento así…

¿Y cómo poder sentir si no se siente? Muy buena pregunta. Habría que empezar por hacernos buenas preguntas a nosotros mismos para averiguar en dónde puede estar la fuga. Con esas respuestas podemos seguir investigando sobre lo que nos impide sentir. A veces la fuga está en que deseamos cambios de vida, cambios de conducta, hacer cosas nuevas o cubrir otras necesidades.

Otras veces la fuga está mucho más adentro y es necesario contar con la ayuda de un profesional para localizarla.

Sea como sea, debemos localizar la fuga. No te engañes pensando en que desaparecerá. No lo hará. No te dejará sentir y crecerá cada vez más.  Batalla perdida.

Es mejor localizarla, unirnos a ella y escucharla. Luego, pasar a la acción. Así, más posibilidades de victoria. Y por supuesto, más posibilidades de sentir más y mejor.

Te lo dice una que está en pleno proceso de localización y neutralización de fuga.

No sé lo que me encontraré pero sé que en cualquier caso lallavesoyyo.

Como también sabes que #lallaveerestúconacentoenlaú.