La tristeza de no querer ir

¿Te ha pasado alguna vez?, ¿En alguna ocasión no has querido ir, por ejemplo, al trabajo?.

En anteriores post hablamos de las emociones en general y de la alegría en particular. Comentamos que la alegría es una emoción básica y que junto a ella, hay cinco más. Una de las cinco acompañantes es la tristeza.

La tristeza es la «capitana» de una cuadrilla de emociones entre las que se encuentran la pena, el duelo, la desesperanza, la desilusión, la apatía, etc.

Como idea general podemos decir que la tristeza es una emoción que tenemos como consecuencia de una percepción de «pérdida». Nuestra mente percibe que ha «perdido» (algo material, un trabajo, una relación, dignidad, una amistad o un ser querido) y responde con mayor o menor intensidad en función de lo que se percibe perdido.

No es fácil lidiar con un estado de tristeza, entre otras cosas, porque a veces no sabemos identificarla. Nuestro cuerpo ha recibido de nuestra mente ese mensaje de pérdida y reacciona para protegernos; de ahí que en muchas ocasiones cuando estamos tristes no tenemos ganas de hacer nada, estamos apátic@s. La mente le manda al cuerpo un recado; le dice algo así como «Guarda, guarda que no estamos para más pérdidas» y el cuerpo se recoge y se encoje, la mirada baja y las energías se ponen modo «bajo consumo».

Una vez sabido esto (que aunque es meramente introductorio creo que puede resultar ilustrativo) has de recordar que no hay emociones buenas ni malas y que todas son «chivatas» de algo que debemos saber y gestionar.

Cuanto alguien no quiere ir a algún lado o hacer algo (de forma reiterada) es muy posible que en un primer momento no manifieste tristeza; nos resulta más fácil manifestar ira (otra emoción básica) y despotricar de algo o de alguien hasta creer que hemos soltado y nos hemos desahogado lo suficiente como para autoengañarnos y pensar que todo ha pasado. Lo cierto es que no, no ha pasado y tiempo después vuelve a aparecer.

Como si fuésemos cebollas, puede ser interesante indagar un poco más y quitar la primera capa de «la mala hostia» para ver qué hay detrás. Son muchas las ocasiones en las que, detrás de la citada aparecen las lágrimas y las lamentaciones porque nuestro trabajo no nos motiva, porque no nos sentimos queridos o valorados por nuestros compañer@s, porque no nos valoramos a nosotros mismos…

¿Qué saber de la tristeza?

  • Que es una emoción que nos ayuda a sobrevivir y superarnos.
  • Que hemos de saber identificar signos de tristeza en nuestra forma de pensar, sentir, relacionarnos, actuar y hablar.
  • Que la tristeza nos ayuda a parar, reflexionar y reconducir nuestra vida.
  • Que estados de tristeza pueden ser el germen de estado de alegría y mejora pero para ello hay que entender que no debemos agarrarnos a la tristeza como si fuese nuestra única compañera de vida; las emociones y estados emocionales hay que reconocerlos, aceptarlos, superarlos y saber dejarlos ir si es lo que nos conviene.

Ideas que te sugiero para ir identificando tus emociones:

  • Como si fueses un observador: mírate y escúchate desde fuera. No te juzgues, simplemente toma nota de lo que sientes, cómo, cuándo y dónde lo sientes (imagina que eres un bonito pájaro que te ves desde las alturas y puedes visualizar desde todos los ángulos). Esta es una de las llaves maestras para comenzar a identificar la emoción.
  • Toma nota de pautas que se repiten; pensamientos, personas y comentarios, acciones, resultados, etc. que generan en ti tristeza. Después, reflexiona e indaga un poco más en cada uno de ellos.

Todo esto que te estoy contando es aplicable a cualquier situación que nos inquiete, tanto para niños como para adultos, tanto en el ámbito personal como profesional. Dedícale un poco de tiempo a estos pequeños ejercicios y habrás emprendido el camino de la mejora en tu coeficiente emocional. Sólo si sabemos lo que sentimos podemos gestionarlo; de lo contrario seremos veletas. Sólo si entendemos lo que sienten los demás podremos ayudar a nuestro entorno.

Si este pequeño post se torna en acción para ti y para mí estamos de enhorabuena; hemos despegado y más pronto que tarde seremos nuestra propia llave porque, recuerda, #lallaveerestu#.