Mis máster en Inteligencia Emocional

Vivimos en un mundo en el que, aunque cada vez menos, reina la titulitis.  Hay quienes aún creen  que ser poseedor/a de un título formativo te certifica como la guinda del pastel; alguien que merece, cuanto menos, un trato especial.

Y no, eso no sólo sucede con la formación; seguramente recordarás haber oído algo así como » Y tú, ¿De quién eres?», » Es de buena familia porque su padre es…y tiene…».  El caso es que nadie puede quedarse sin etiqueta y en este mundo en el que vivimos se ponen (y nos colgamos) más etiquetas que en el Corte Inglés.  Ahora, muchas de ellas se cuelgan en forma de likes; tantos tienes tantos vales, tantos tienes tanto te quieren y, a veces,  tantos tienes tanto «tont@» te puedes volver.

Bueno, más allá de esta pequeña reflexión me gustaría contarte que yo, como buena ciudadana mediocre, en algún momento también pensé que tener muchos títulos formativos me harían merecedora del mejor de los tratos y consideraciones. El caso es que sí, que ni más ni menos que la media, he obtenido mis títulos.

Y ahora, rondando los 40 no me arrepiento de ello porque aprender he aprendido ( aunque no siempre el título implica aprender). Con todo ello,  me he dado cuenta de que, de entre la masa, lo que me puede diferenciar no es lo que tengo, es lo que soy. Ya ves, a mi edad y parafraseando un anuncio de relojes.  Lo que sé no sirve de nada si no transforma lo que soy, y menos aún, se quiero evolucionar en todos los sentidos.

Hace un mes comenzó mi cuarto máster en inteligencia emocional; se llama Malen y vino al mundo el 5 de agosto. Ella, junto a sus dos hermanos son mis verdaderos maestros; me ponen frente al espejo día sí y día también. Saben evidenciar y sino, ya me lo recuerdan, cada una de mi debilidades y errores pero refuerzan como nadie mis fortalezas. Los tres son intensos y exigentes (como su madre) pero tremendamente comprensivos conmigo. Saben que hago lo que puedo y que quiero aprender y hacerlo cada día mejor. Cuando no me salen las cosas como me gustaría me besan y con sus manitas me sujetan la cara mientras me repiten (como alguna vez hago yo) «No pasa nada, lo conseguirás». 

Me formo y me formo en inteligencia emocional y habilidades interpersonales. Busco en Internet, leo libros, asisto a cursos y cada día me doy más cuenta de que lo que vivo con ellos me aporta más aprendizaje que todo lo anterior junto. Cuántas veces buscamos fuera lo que tenemos dentro! Y esta reflexión se puede llevar al día día de cualquier persona; es en la calle,  escuchando y observando a las personas como de verdad aprendemos a desarrollarnos personal y profesionalmente. 

Te podría contar decenas de historias que nos pasan cada semana y, de hecho, te invito a descargarte mi siguiente podcast en el que te cuento mi primer día de colegio…. https://lallaveemocional.com/podcast/. Sin desperdicio.

https://lallaveemocional.com/podcast/

Y te preguntarás, Ana  ¿A dónde quieres llegar? Sinceramente, a nada en concreto. Simplemente quiero recordarte que el gran aprendizaje de la vida está dentro y muy cerca de nosotros.  El día a día es nuestro maestro; nuestras retos, amistades, conflictos, reacciones, emociones y reacciones son las que no «chivan» en qué punto del camino estamos para ser lo que queremos ser personal y profesionalmente.

Haz la prueba mañana. Desde que te levantes hasta que te acuestes, observa y pon atención tanto en ti mism@ como en tu entorno, observa cómo reaccionas con él y él contigo y, en poco tiempo, descubrirás respuestas que jamás vas a encontrar ni en Google, ni en Facebook, ni en Twitter ni en Youtube.

Recuerda que lallaveerestú.