¿No te estarás equivocando?

Por aquí todo va según lo previsto; en general lo llevamos bien (yo diría que cada vez mejor) pero para ello son indispensables los enfados y malestares cotidianos.

Niko se ha convertido en el mejor embajador de la mortadela (mortadela  a todas horas!).

Malen sigue «feliciana» y más que espabilada…el hecho de estar a todas horas con sus hermanos está multiplicando por cinco su evolución.

Jon ejerce de hermano mayor y entre pelea y pelea con los deberes, trata de echarme una mano con sus hermanos. Se pregunta en voz alta si esas personas que mueren se convierten en otras personas (El otro día le preguntó a Malen si ella antes había sido otra persona y quién era).  Creo que para él (como lo puede ser para cualquiera) es un alivio y esperanza pensar  que todo no acaba aquí y, por lo tanto, tenemos más oportunidades de vivir. ¿Quién lo sabe? No seré yo quien lo niegue tajantemente.

Después de todo si alguien nos dice hace unos meses que un virus iba a paralizar el mundo nos hubiéramos reído o escandalizado. Y si nos hubieran dicho que íbamos a estar en nuestras casa sin poder salir… No estamos para depreciar ninguna alternativa ni perspectiva. Por lo menos, eso creo yo.

Y ahí es donde os quiero hablar de  lo que en psicología se denominan los sesgos cognitivos.

Los sesgos no son otra cosa que atajos que utiliza nuestra mente para guardar todas la información que maneja y también para actuar. Al hacer esos atajos mentales distorsionamos la realidad y por tanto, podemos incurrir en error.

Los seres humanos tendemos a  dar por válidas unas informaciones más que otras (sin argumentación lógica más allá de lo que creemos). Uno, de entre los muchos sesgos están el de confirmación  y el de continuidad.

A veces lo hacemos de forma consciente y otras veces lo hacemos de forma inconsciente pero la mayor parte de las personas lo hacemos; tendemos a darle más prioridad, importancia, veracidad e incluso a favorecer aquella información que confirma lo que pensamos y hacemos. Vamos, que le damos más credibilidad a aquello y a aquellas personas que hacen, dicen o piensan lo mismo que nosotros. Os presento entonces al sesgo de confirmación;  viéndolo desde fuera parece algo increíble,  verdad? Utilizar comúnmente este sesgo cognitivo es seleccionar la información y por lo tanto interpretar y obrar de forma equivocada. El ser humano necesita sentir control y seguridad; en la incertidumbre nos cuesta movernos (que nos lo digan en estos momentos). Un efecto secundario de este sesgo es la tendencia a menospreciar, criticar y/o incluso alejar de nuestra vida a personas que piensan y obran diferente.

A veces, nos comportamos como los bueyes que están trabajando en el campo y tienen reducido su campo de visión (pero no son conscientes de ello).

Estos días leemos y escuchamos a muchas opiniones diferentes y, reconozcamos que en mayor o menor medida nos afectan. Este es un buen momento para tomar conciencia de cuánto y cómo nos limita este sesgo.

El sesgo de continuidad hace referencia al hábito o costumbre de muchas personas y que consiste ni más ni menos en hacer lo que hacemos porque «toda la vida se ha hecho así», «es la tradición», «me enseñaron así», «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer»…El caso es que da igual que haya pasado el tiempo, que las personas y las circunstancias son diferentes e incluso que ahora esa conducta pueda no ser la más recomendada. Da igual, lo hacemos y pensamos porque así nos lo han enseñado y toda la vida se ha hecho así. Este sesgo es muy fácil de identificar en el día a día de cada uno de nosotros. A continuación te cuento una pequeña anécdota que le escuché a Luis Monge Malo en una entrevista que le hizo Juan Daniel Sobrado para Learning Legendario (él habla del pavo, yo hablaré del cordero).

¿Qué opinas?, ¿Cuántas cabezas has cortado innecesariamente? jajjaja es broma…O no.

Recuerda que #lallaveerestu#

Un abrazo.