Aún no está demostrado científicamente y no es seguro que algún día lo esté. Morir de tontería es una muerte en vida: lenta pero segura. Tanto miedo a la muerte para luego hacer «tendencia de ella».
Ya sabemos que las tonterías son propias de tontos y que nadie nos tenemos seriamente por ello.
Y la Real Academia de la Lengua dice, entre otras cosas, que tonto es un adjetivo aplicable a personas sin o con escaso entendimiento o razón. Está claro que no somos tontos porque todos entendemos de todo y la razón nunca nos falta. Por ese lado, estamos libres de pecado…
La RAE también dice que, coloquialmente, se define tonto como aquello que carece de motivo o sentido. Pues nada, libres otras vez: tenemos muy claros los motivos que nos llevan a la acción u omisión y, por supuesto, el sentido de nuestra vida.
Vivimos en un mundo que premia la forma más que el fondo (cuando nos interesa), la imagen externa frente al interior, lo que parece a lo que es, lo que se piensa a lo que se siente, lo que se dice a lo que se calla, lo que se tiene a lo que se es, el rumor al dolor, el dinero frente a los valores, la hipoteca frente a la libertad, el «hay que» frente al «quiero hacer»…
Creemos que amamos más y mejor cuanto más podemos comprar y no dudamos en «vender nuestro alma al diablo» para creernos lo que no acabamos de ver ni sentir. De cara a la galería parece bonito e incluso idílico.
Y alguna pista nos tiene que dar el hecho de que las depresiones, la soledad, la insatisfacción, los conflictos, las penas, los malos entendidos e incluso los suicidios toman protagonismo en nuestra vida colectiva. Con la mejor apariencia y el peor sentir. Cada vez tenemos más cosas materiales y ,sin embargo, cada vez estamos más insatisfechos.
Estamos muriendo de tontería: de no permitirnos ser y pertenecer. Nos nos dejamos ser y no nos dejamos querer. No dejamos ser ni queremos a los demás por lo que son (porque no nos conocemos).
Pero, para muchos, la tontería tiene los días contados; han encontrado la forma de disfrutar de lo material, ser feliz y crecer. Se trata de ser seres imperfectos que progresan adecuadamente.
Me he apuntado a este máster porque no quiero morir de tontería sino de alegría. Espero que en mi final de curso haya graduación por todo lo alto.
Dejémonos de tonterías que la vida se merece morir mejor.
Sentirnos libres y queridos hará que seamos mejores personas.
Y entonces, a cada morir habrá renacer.
Gracias.