Eso es lo que pensé en un momento de inspiración. Sentada en una piedra bajo el sol primaveral, en silencio y sin esperar nada descubrí lo maravillosa que es la vida. Porque estar vivo no es ni más ni menos que respirar y sentir. Me dí cuenta de que la vida no es tan complicada y que si nos lo parece es porque no hemos aprendido o no nos permitimos respirar, ni a sentir ni agradecer.
La vida pobre o la pobre vida es la que vives de cara a la galería; contienes la respiración para no hacer, ni decir ni tan siquiera parecer diferente. Te quieres si te quieren y te valoras si te pagan. No respiras.
Qué bonitos los momentos en los que te dejas ser, sonríes y te perdonas. Cuando lo haces, estás más guapa que nunca, levantas la cabeza y miras hacia delante porque sabes que la buena vida o la vida buena llegó.
Desde mi piedra, siento tus ganas de vivir la buena vida y te susurro que sonrías, que respires, que perdones y que agradezcas cada uno de los latidos de tu corazón. Vamos, ven….pásate a la vida buena.