Siempre lo he intuido o sabido. Basta con mirar a los ojos. Aún así, no dejo de sorprenderme.
Yo también lo hago, que conste (o, por lo menos, también lo he hecho). Parece una condena de esta sociedad pero no lo es; simplemente son cadenas que nos autoimponemos. Necesitamos sentirnos valorados y sobre todo, protegidos de valoraciones externas.
Dedicamos mucho tiempo y esfuerzo en aparentar lo que no es (y lo sabemos). Pensamos que con un bonito trabaje, una sonrisa postiza, unos planes atractivos, una frase oportuna y tópica, un buen chiste o varias copas la realidad va a desaparecer o por lo menos, nadie la va a ver. La rutina y el silencio son buenos aliados para intentar escapar de nosotros mismos pero NO SE PUEDE ni SE DEBE (eso creo yo).
Míral@ a los ojos, ¿De verdad te parece que está bien?, Mírate a los ojos ¿De verdad estás haciendo o diciendo lo que necesitas?. Sí, basta con mirarnos a los ojos para ir más allá y saber que la vida es demasiado urgente como para perder el tiempo aparentando y poniendo parches a heridas que no dejan de sangrar o para darle protagonismo a pequeños detalles que empañan la alegría.
Nadie se va a sorprender porque otro ser humano sufra, se preocupe o sea feliz ; como mucho se sorprenderá de que lo exteriorice.
Cuando mejor estemos nosotros mejor estarán quienes nos rodeas; después de todo, nadie que sea feliz tiene ganas de amargarle la vida a los demás. Así pues, invirtamos en nosotros porque también es una inversión en la sociedad.
Dejemos de aparentar lo que no somos o sentimos y aceptemos lo que tengamos entre manos para convertirlo en la mejor versión de nosotros mismos. Cada un@ a su forma y a su ritmo pero sin perder el propósito de ser y estar cada día mejor.
Hay demasiada energía perdida y desperdiciada y no nos los debemos permitir.
Y, si alguien quiere quedarse en el lado oscuro, que la fuerza le acompañe o no.