Analfabet@s

Tradicionalmente hemos utilizado el concepto analfabet@ para describir a las personas que no sabían (básicamente)  leer o escribir.  Varios medios de comunicación se hicieron eco de que en 2018 en España había en torno a 600.000 personas analfabetas funcionales de más de 16 años («Se considera que una persona es «analfabeta funcional» cuando no puede leer y escribir frases simples sobre su vida cotidiana, según refiere el Instituto Nacional de Estadística»).

En definitiva, el analfabetismo nos genera incapacidad para leer, escribir y calcular de forma eficiente en situaciones habituales de la vida. La verdad es que este dato  llama mucho la atención tanto por la cifra como las consecuencias que hay detrás de ella.  Afortunadamente, poco a poco, esta cifra va reduciéndose  paulatinamente.

Ahora bien; ¿Qué pasa con el analfabetismo emocional?. Tod@s, sin excepción alguna, tenemos emociones y por lo tanto tod@s deberíamos conocer (cuánto menos) qué es una emoción, cómo «funciona» y sus repercusiones en nuestro día a día personal y profesional. Y te pregunto, en España (por ejemplo) ¿Cuál sería la cifra estimada de analfabetismo emocional?. 

Podemos decir que una personal analfabeta emocional no sabe identificar qué emociones tiene en determinadas situaciones (sobre todo, en la que son más complejas), es incapaz de gestionarlas adecuadamente y, por lo tanto, no «controla» gran parte de su comportamiento tanto en su vida personal como profesional.

Cada vez es mayor la sensibilidad social hacia la importancia de la inteligencia emocional pero todavía hay muchas personas que creen que las emociones son unos «dibujos» que se han puesto de moda y por lo tanto consideran que la inteligencia emocional es un concepto abstracto que ni a las personas ni a las empresas «les da de comer».

Son muchas las organizaciones tanto públicas como privadas que se están dando cuenta de la repercusión negativa que tiene el hecho de que los profesionales carezcan de habilidades emocionales; bajas, absentismo laboral, conflictos internos, pérdidas de tiempo y demás recursos, trabajo en equipo ineficiente, pérdida de clientes, etc. Creedme que podría seguir enumerando decenas de repercusiones negativas del analfabetismo emocional.

Ejemplos típicos en los que se manifiesta el analfabetismo emocional:

  • Sucede algo que no me espero o que no me gusta y (como no me he parado a pensar en qué emoción tengo) reacciono siempre con ira. Normalmente suele ser el «atajo» a la hora de afrontar situaciones que nos descuadran. Imagina que te pones enferm@ y el médico te manda  el mismo tratamiento tanto si tienes gripe como hemorroides. Algo así hacemos con las emociones; como no sé identificar si tengo frustración, tristeza, decepción, preocupación, miedo etc. pues opto por reaccionar con ira.
  • Tengo grandes profesionales en mi empresa porque a nivel técnico son «lo más» pero cuanto tienen que relacionarse con el cliente no dan pie con bolo y el tema acaba con la necesidad de la intervención de una tercera persona  porque la empatía no es lo suyo y la asertividad menos.
  • En mi familia nos queremos mucho y nos llevamos genial. Bueno, nos llevamos muy bien porque no hablamos de muchas cosas, vamos, hablamos de poco. Todo lo que «huela» a emociones nos genera «uticaria» y es mejor hablar del tiempo, de la vida de los demás o mirar la tele.

Estos son algunos de los muchísimos ejemplos que podemos poner pero lo mejor es que tú, te observes y observes a tu entorno y sabrás si eres o estás rodead@ de analfabetismo emocional.

En el colegio, en el instituto o  en la universidad nos han enseñado muchos conocimientos pero nadie nos ha enseñado a conocer y gestionar nuestras emociones. Ahora, que somos adultos, nos piden la excelencia en estas habilidades como si la inteligencia emocional se consiguiese a golpe de talonario.

Hagamos una «porra» ¿Cuánto miles o millones de personas podrían considerarse analfabet@s emocionales?

«Ana, cuánto sufrimiento me hubiera ahorrado yo si alguien me hubiera hablado de emociones» Me dicen muchas personas, «Cuánto mejor le hubiera ido mi empresa si, hace años, hubiera invertido en el desarrollo de habilidades emocionales» me dicen en muchas organizaciones.

No lo dudes, invierte en inteligencia emocional, invierte en ti porque #lallaveerestú#.