Cuesta llegar al viernes…

Hoy, una persona cercana me lo ha dicho: «Sí,  cuesta llegar al viernes».

A lo mejor cuando leas esto asientas con la cabeza (o con el pensamiento).  Esta tarde toca mantita y antibiótico y una, cuando enferma se pone aún más reflexiva.

¿Qué ocurre para que a una persona le cueste llegar al viernes? Podemos responder  a esta pregunta desde varias perspectivas (personal, profesional y/o social).

¿Qué está ocurriendo en el mundo profesional para que muchas personas vean el viernes como una liberación temporal? Todos sabemos que hay etapas mejores y peores en el trabajo pero también sabemos cuando la insatisfacción, el estrés o la saturación acaban siendo compañeras diarias. ME PREOCUPA.

El hecho de que nos guste más o menos nuestra trabajo es un aspecto fundamental que incide en cómo nos sentimos día a día pero lo cierto es que hay personas a las que les gusta su trabajo pero cada día son menos felices en él. ¿Qué ocurre para que las profesionales sean infelices? La respuesta quizás esté en la propia pregunta: PERSONAS.

Detrás de la carga de trabajo, detrás de muchas incidencias, detrás de la mala o nula comunicación, detrás de los malos entendidos, detrás de la pérdida de salud, detrás de los números, detrás de los objetivos, detrás de cada segundo de la jornada laboral hay personas. Somos las personas las que intervenimos con mayor o menor impacto y responsabilidad en todo lo que acontece a lo largo de las semanas.

Es muy probable que si nos ponemos a analizar lo que más desgaste nos genera en el día a día profesional nos encontremos con respuestas tan claras y concisas como reveladoras.

Una carga de trabajo, un mal ambiente profesional o un desgaste profesional pueden venir generados  por, entre otros aspectos, una mala gestión del profesional que marca los objetivos, por la falta de empatía del que pide sin empatizar, por la incapacidad asertiva del que tiene que responder, por la personalización de situaciones que simplemente son situaciones de la vorágine diaria, por la mala, escasa o nula comunicación entre compañer@s, por la escasa regulación emocional, etc.

Todo esto de lo que hablamos parte y se basa en una alfabetización emocional sana a partir de la cual construir un desarrollo personal y profesional más adaptativo. No es fácil porque la vida profesional cada vez exige más resiliencia y, nadie nos ha enseñado a desarrollarla.  En todos los sitios te lo piden, la vida en sí misma te lo reclama; saber adaptarse y superar los malos momentos, los obstáculos y los cambios superándonos a nosotros mismos. Toma ya! parece fácil pero…

 

¿Cómo se hace? Aunque no hay respuesta universal sí hay pequeños pasos que ayudan a sobrellevar el día a día profesional desde una perspectiva más sana, adaptativa y positiva.

Algunos de estos pasos son:

  • Dedicar e invertir tiempo en conocernos a nosotros mismos; qué emociones tenemos, qué nos quieren decir,  cómo me siento, cómo quiero estar, qué quiero conseguir, ¿Estoy en el buen camino?…
  • Escucharnos y observarnos. Un pequeño ejercicio diario de mindfulness es el de estar atent@ durante los cinco-diez primero minutos de cada jornada qué sentimos al entrar el trabajo, cómo nos comunicamos con los compañeros o responsables (palabras, gestos, posturas, etc.), cómo respiramos (rápido, despacio, profundamente, superficialmente…). Todo ello nos da pistas de cómo estamos.
  • Charlas con l@s compañeros o con personas del entorno y preguntar ( si nos nos atrevemos con todos, hacerlo con personas de confianza) cómo nos perciben externamente. Se trata de obtener un feedback e información externa que nos puede ayudar a comprender muchas cosas.
  • Formarnos en el desarrollo de competencias transversales como inteligencia emocional, comunicación y relación, etc. para adquirir y refrescar conocimientos así como para reciclarnos profesionalmente.
  • Toma consciencia de cómo puedes ayudar a quienes te rodean y haz pequeños gestos que  favorezcan una mejor relación.

Hay muchas cosas que suceden en nuestro trabajo sobre las que no tenemos capacidad de control y nos vienen dadas tal cual. De lo que sí tenemos capacidad de control es de cómo actuamos ante ellas y de cómo nos comportamos en relación a sus consecuencias. Una muy buena noticia es que seguimos siendo libres en nuestro interior y somos capaces de automanejarnos de la manera en que queremos hacerlo.

Así como tenemos la responsabilizad de obtener y ampliar nuestros conocimientos profesionales también tenemos la responsabilidad de cuidarnos, adaptarnos y superarnos como personas y como profesionales. Y todo ello parte de trabajarnos personalmente; conocernos, eliminar o suavizar debilidades y potenciar fortalezas.

Gracias a todo ello, cada vez costará menos llegar al viernes y le haremos más llevadera la semana a quienes nos rodean.

Porque, una vez más #lallaveerestú#.