En los hogares, en equipos y en la vida en general hay líderes. Personas que, porque no les queda otra, porque tienen carisma o porque se preparan para ello lideran a personas diferentes en contextos diferentes. Estos liderazgos siempre me han interesado mucho y he procurado observarlos y estudiarlos detenidamente.
Pero, hay otros liderazgos tan simbólicos como tangibles; los liderazgos emocionales. Personas que contagian emociones adaptativas. De forma consciente saben contagiar las emociones que necesitan los demás para ayudarles a estar mejor o a tomar determinadas decisiones. Son movimientos, gestos y acciones más o menos sutiles que inyectan las dosis emocionales necesarias para que el «enfermo» coja la energía y la motivación necesaria para recuperarse.
Y cuando hablo de inyectar emociones me refiero a todo tipo de emociones porque hay momentos en los que es adaptativo inyectar un poco de miedo para conseguir algo o evitar males mayores (véanse éstos tiempos que vivimos), otras veces es necesario suministrar un dosis controlada de ira para motivar a la acción, etc. Pero, lo que siempre es adaptativo y cualquier situación requiere es una dosis de alegría.
Y no, la alegría no es únicamente fiesta y «Paquito el Chocolatero»; la alegría es algo así como una cuadrilla de emociones integrada por otras muchas, tales como la gratitud, la esperanza, la satisfacción, el humor, el amor, la pasión, el deseo, la tranquilidad, alivio, éxito, consuelo, entusiasmo, ilusión, etc. Ya hemos comentado en otras ocasiones que la cuadrilla de la alegría (como la Patrulla Canina) es la responsable, a su vez, de inyectar en nuestro cuerpo las famosas «inas»; serotonina, dopamina y endorfina (entre otras). En definitiva, química fundamental para que funcionemos bien y nuestro sistema inmune esté preparado para reaccionar ante los ataques víricos. Todo esto me recuerda a aquella serie de «Erase una vez la vida», ¿Te acuerdas?.
Líderes de la alegría son:
- Aquellos personas que nos dan consuelo en los duelos.
- Aquellos jefes que nos motivan a seguir adelante aunque nos hayamos equivocado más de lo que todos hubiésemos deseado.
- Aquellas amigos que nos hacen reír.
- Aquellos personas que nos dicen lo que no nos gusta pero nos dan alternativas y fórmulas de mejora.
- Aquellos seres cuya compañía irradia paz.
- Aquellos compañeros que, si pueden, nos alivian de cargas de trabajo, presiones y malos momentos.
- Aquellas personas que contagian ilusión.
Los líderes de la alegría no necesariamente son aquellas personas que viven mejor que nosotros o que no han tenido mayor problema; ni mucho menos. Al contrario, en general suelen ser personas que han sufrido o sufren mucho pero anteponen la vida a la adversidad.
TODOS podemos ser líderes de la alegría y no basta con poder, HAY QUE QUERER y HAY QUE HACER. No hace falta ser «Don o doña alegría» basta con que nosotros mismos nos identifiquemos más con esa cuadrilla que con cualquier otra (y, obremos en consecuencia).
Imagina que eres un arquitecto que está dibujando su casa. A lo mejor tu primera inquietud es idear cómo se vería de frente; después de todo es lo que más se ve. Nooo, un buen arquitecto proyecta todas las fachadas de la casa y tiene en cuenta detalles aparentemente menores pero trascendentales para que la imagen que quiere para su casa sea coherente con las necesidades de construcción.
Pues, eso mismo hemos de tener en cuenta con el liderazgo emocional. Proyectar alegría o cualquiera de sus emociones también en las «caras» más oscuras tanto de la vida como de la gente. Inyectar alegría en muchos momentos implica dar un bote salvavidas a quienes se están ahogando por dentro.
Quien cuida de su salud emocional cuida también de sus relaciones y compañías. Busca relacionarse con personas que, con sus defectos y virtudes, aporten dosis de alegría a la relación y por el otro se esfuercen en dar lo mismo o más de lo que reciben.
Esto no implica alejarse de personas que sufren; ni mucho menos. A las personas que sufren démosle mucho amor; a las personas que fingen o sólo piden dejémoslas con su elección.