La mitad se va y la otra mitad se queda

Aún cuando nos esforcemos por mantenernos activos y optimistas, hay ratos y hay ratos. Ayer fue el primer día que me acosté triste. Tener acceso a tanta información es positivo pero también hay que saberlo  digerirlo.

Entre juego y juego, limpieza, lecturas,  duchas y demás tareas diarias también saco hueco para estar en las redes sociales; me informan, me distraen, me saturan y me enfadan a partes iguales. La cuestión es que leemos muchos contenidos y, por lo que sea, hay algunos que nos  llegan más que otros.

La primera historia que me conmovió fue la de una enfermera que llamaba a su pacientes «Pepe» (creo recordar) y les hablaba y animaba como lo haría su familia. Y como si de su familia se tratase, se alegraba con los avances de sus «Pepes»  y  lloraba cuando, desgraciadamente, tenía que despedirse de alguno de ellos.Es una carta muy emotiva que refleja a la perfección el día a día de los profesionales sanitarios que custodian nuestros cuerpos y nuestras almas como si de sus familiares se tratasen. Lloré de tristeza porque necesitaba hacerlo y lloré de alegría por saber que, por muchas noticias que haya de insolidari@s, hay mucha más gente solidaria.

Que no se nos olvide; que somos muchos más los que estamos haciendo lo que podemos. Lo sé, hay personas que lo están haciendo muy mal y no te creas que no me mojo; quien se salte las normas que sea multado con contundencia. Eso sí, tengamos prudencia de qué, cómo y a quién juzgamos.

La otra historia que me conmovió fue la de una señora que en quince días había perdido a su madre y a su padre; su ama por problemas cardiacos y a su aita porque cuando acompañó a su mujer se contagió de Coronavirus. La señora, se quedó en el parking intentando ver como sacaban a su padre a la ambulancia; quería despedirse aunque fuese «de lejos».

Me fui a la cama pensando en estas personas y empatizando con su sufrimiento y, de alguna manera, intentándoles mandar todo mi cariño. No sé si les llegó.

Pero ha vuelto a amanecer y, sin dejar de tener en mi pensamiento a esas personas, me he levando y procurado cambiar mis pensamientos. He recordado lo que tantas veces trabajo en las formaciones que realizo:

Un estímulo genera una emoción y esa emoción o emociones generan pensamientos que a su vez alimentan o generan más emociones. Y esos pensamientos generan acciones y esas acciones nos traen resultados.

 

Estímulo (mala noticia)  genera emoción/es (tristeza, miedo o enfado) que genera/n pensamientos («Esta vida es una mierda», «No se están haciendo las cosas bien»,etc) y por tanto nuestras acciones están marcadas por esos pensamientos (lo que decimos, cómo actuamos en el día a día, qué hacemos o qué no hacemos). Estas acciones tienen resultados individuales que si los multiplicamos por todos los que somos generan una respuesta social.

Así, he optado por tratar el tema de la siguiente manera; lo que leí ayer es muy triste, lo es y me gustaría darle un abrazo y ayudar en lo que pudiese. No quiero alimentar pensamientos de ira o tristeza porque encerrada como estoy sólo me van a llevar a gritar a mis hijos, amargarme, dejar de escribir o despotricar de todo y de todos. Eso no es bueno ni para mí ni para nadie.

No voy a negar que estoy enfadada con los que se están saltando las normas y también contrariada con la diferente casuística que me hace dudar si algunas conductas son o no son adecuadas porque hay tantos casos particulares como, al menos, personas. El tema es que voy a centrarme en lo que yo puedo hacer; ME QUEDO EN CASA y CON TODO AQUEL QUE HABLE VOY A INSISTIR EN QUE HAGAN LO MISMO Y voy a seguir escribiendo (porque con una sola persona que se sienta un poco mejor al leer mis post me siento satisfecha y agradecida). En casa, procuraré mantener la actitud positiva (aunque de vez en cuando pueda venir bien algún grito y desahogo), disfrutaré de mi familia y procuraré contactar diariamente con la gente que quiero ( en especial, mantendré debidamente informado a los abuelos de los avances de sus movidos nietos).

He decidido que tampoco voy a mirar para otro lado y si creo que alguien está siendo insolidario en su forma de actuar se lo voy a decir. Soy de las que creo que a muchas personas les duele más el bolsillo que otra cosas pero también hay muchas a las que el señalamiento social les afecta notablemente (esta posiblemente sea una barrera de contención para quienes tengan la tentación de saltarse la cuarentena).

Pero ante todo, NO DESISTATIS, NO OS DESANIMÉIS; sentiros orgullos de vuestro esfuerzo y solidaridad. Quedémonos en casa y demostremos que hemos evolucionado y que tenemos la fuerza y el coraje para salir victoriosos de una batalla que no sólo es contra el Coronavirus sino contra conductas, pensamientos y valores que no tienen cabida en una humanidad ni en una persona que quiera crecer.

Por aquí, por casa, hay momentos de crisis. Niko, a sus tres años, lidia en varias batallas; consigo mismo por su primera adolescencia, con la familia por ser el sandwich ( es el del medio de los Chichos) y con la cuarenta del Coronavirus. Hay momentos duros,  frustrantes…pero todo se olvida cuando se le pasa el berrinche, te da un abrazo y te vuelve a preguntar » Amatxu, ¿Hemos comido?».

Las que tienen que tener un estrés terrible son la mesa de mi cocina y la nevera (creo que ellas desearían estar enclaustradas en otro lado). El caso es que tengo la sensación de estar todo el día comiendo, limpiando y volviendo a comer. Mis amigas me mandan fotos preciosas de unas mesas muy cucas con sus aperitivos (sobre las 13h). A esas horas yo ya he desplegado el mantel varias veces y, si está la comida, no hay inconveniente en hacer de unos garbanzos con repollo el mejor de los aperitivos (ríete tú de las aceitunas y los pistachos).

La vida sigue, la vida continua y además de tener el deseo de que todo vaya bien hemos de ser responsables y actuar en consecuencia para que todo esto suceda.

Por cierto, mañana el post va a girar en torno a una duda; ¿Creéis que los ingenieros son  personas (confirmado que son personas) raras?.

Buen día y gracias a todos. #lallaveerestú#