Y dice La Pelaya que ella también es buena profesional

“Eres de las normales” me dijo mi hijo Jon ayer cuando intentaba finalizar con éxito mi ocurrencia de bañarlos a los tres a la vez. Eso me pasa por preguntar. Después de indagar sobre mis defectos y virtudes como madre y  descartar opciones como comprar más regalos encontré un área de mejora a tener en cuenta. “Aunque la mayor parte de las veces mantienes la calma, hay veces que no” me dijeron los dos hermanos. Menos mal que Malen sólo tiene un año y aún no cuenta como jurado. El caso es que acordamos nuevas pautas de actuación para que esta humilde madre  mantenga más y mejor la calma. De momento parecen funcionar aunque, todo hay que decirlo, estamos en la “exaltación” de la intención. Veremos cómo va el tema.

¿Para qué te cuento esto? Pues, para decirte  que esta semana tengo un regalo para ti. La falta de tiempo y, por qué no reconocerlo, cierta procrastinación en la participación activa en las redes  hace que no me asome demasiado por estos lares. Y, además de  madre de familia numerosa también soy una profesional en propósito de enmienda con la red.

Creo que tengo mucho recorrido de mejora pero sé que cada día  hago mejor mi trabajo. Lo sé porque lo siento. Lo sé porque me lo dicen. Lo sé porque tengo claro que un buen profesional no ha de tener miedo al salto. Saltar puede ser aprender, promocionar, ampliar o cambiar de trabajo. Saltar es decidir acercarte al objetivo. Y, por eso, voy a compartir con todo aquel que lo quiera conocer un cachito de mi método. El Método Llave. A mí y a muchos profesionales les ha servido de ayuda.  Espero que a ti también. Cada día de esta semana compartiré una parte del método. ¿Para qué? Para convencerte de que pase lo que pase, sea lo que sea #lallaverestúconacentoenlaú.

Y antes de empezar me gustaría preguntarte algo: ¿Eres un profesional impostor?. Tanto si lo crees como si no, estás en lo cierto. La clave está en que elijas la opción que más ÚTIL te resulte. Sentirse un poco impostor siempre viene bien (sentirse no es ser). Ya sabes, en su justa medida, es como el miedo, nos da prudencia y nos invita a aprender y evolucionar. El problema viene cuando nos pasamos de dosis y nos acabamos identificando con un impostor de manual que no va ni para adelante ni para atrás.

Nadie es impostor por desear cambiar y mejorar.

Nadie es un impostor por querer generar valor.

Nadie es un impostor por tener una forma diferente de hacer las cosas.

Nadie es impostor por querer ser y pertenecer.

Los impostores no generan valor ni evolucionan.

Así que si te ronda la cabeza hacer cambios, saltar y evolucionar, que sepas que no eres un impostor; eres una apuesta segura porque #lallaverestúconacentoenlaú.

Buen día.

La Pelaya quier ser mejor profesional.