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Identificar y aceptar a mi mala h. fue un paso. Un gran paso. Sabía que tendía a responder impulsiva e incluso agresivamente ante situaciones inesperadas o comentarios desacertados.  Es mi tendencia natural y me quiero respetar.

El descubrimiento se produjo cuando hallé la inteligencia emocional. He de reconocerte que hace algunos años pensaba que las emociones y su gestión eran poco más que una moda utópica. Nadie me había enseñado nada sobre ellas.

El caso es que las emociones existen, importan e impactan, vaya si impactan.  Lo pude comprobar tanto en mi vida personal como profesional.  Y lo creo, lo veo y lo siento en las formaciones.

Como alumna, como oyente, como persona y como profesional considero que cualquiera  que trabaje habitualmente con otras personas (casi todas) y que necesite de forma especial de la comunicación para hacer bien su trabajo NECESITA Y DEBE trabajar activamente su comunicación emocional.  No hay atajo.

Si nos centramos en el ámbito de la formación y de la comunicación podemos echar la vista atrás y recordar maestros, profesores, tutores y formadores que hemos tenido a lo largo de nuestra vida. ¿Qué recordamos de ellos? Muchas cosas pero, sobre todo, lo que nos hicieron sentir porque de ahí partió nuestro aprendizaje.

  • Recordamos cuánto y cómo aprendimos, por lo tanto, la capacidad de transmitir del profesional es clave para lograr el objetivo.
  • Recordamos cómo nos sentimos durante la formación.
  • Recordamos anécdotas más o menos agradables que sucedieron durante el aprendizaje y cómo fueron gestionadas por el profesional.
  • Recordamos cómo se comportaba; su voz, sus gestos, sus palabras, sus miradas…
  • Recordamos su inteligencia emocional. Porque todo esto y mucho más es la inteligencia emocional.

Mientras lees este post seguro que estás con alguna formación o presentación en mente. Es muy probable que estés centrando tu atención en lo que vas a contar. Haces bien. Bueno, haces bien si también centras tu preparación en quienes van a escucharte y acompañarte, si te preparas emocionalmente para todo tipo de contingencias, si visualizas escenarios deseados, si identificas tus fortalezas…

Y claro, hay veces, momentos y etapas que no es tan fácil. Miedos, experiencias anteriores, creencias limitantes o el desconocimiento de uno mismo y de diversas técnicas emocionales y de comunicación, dificultan hacerlo tan bien como queremos. Y eso, nos aleja de nuestros objetivos, y nos acerca a una mayor inseguridad, pudiendo llegar a impedir  disfrutar de tus formaciones.

Desde la emoción, nos comunicamos.

No hay formación ni comunicación sin emoción.

Como profesional debes y mereces disfrutar y hacer mejor tu trabajo.

Si algo de todo lo que te estoy contando te suena, te inquieta o te preocupa, sólo tienes que contactar conmigo y hablaremos.

Porque todo esto tiene solución.

Porque tú puedes llegar a ser y estar mejor en tus formaciones. No lo dudes.

¿Hablamos?