Da igual a lo que te dediques o quieras conseguir. Para evolucionar, siempre hay que hacerlo desde una base; tú.
Como si de un edificio se tratase, la construcción de nuestra vida es mejor hacerla desde los cimientos, desde la persona. Hacerlo así garantiza más probabilidad de éxito, más capacidad de resistencia a la frustración y resiliencia y sobre todo, más habilidades para la superación de obstáculos y consecución de objetivos.
Las emociones son parte de nosotros. Es más fácil despergar un chicle del pelo que despegarnos de nuestras emociones. Por algo será.
Hemos de convertir a las emociones en aliadas para conseguir reto y superar obstáculos. Para ello es importante conocer su idioma.
Identificar la emoción desde la que hablamos y desde la que nos habla nuestro compañero de trabajo, nuestro cliente o nuestra jefa nos ayuda a empatizar y hacernos entender mucho mejor. No hacerlo, nos acerca peligrasamente al conflicto destructivo.
Sabemos que las emociones se contagian asi que, especialmente en momentos importantes o complejos, tengamos muy claro desde qué emoción queremos comunicarnos porque será la que contagiemos.
Si nos comunicamos desde cualquier emoción de la cuadrilla de la alegría sabremos que podremos contagiar confianza, seguridad, tranquilidad, alivio, humor…
Si nos comunicamos desde la tristeza contagiaremos tristeza o incluso enfado.
Si nos comunicamos desde la ira contagiaremos ira al cuadrado.
Si nos comunicamos desde el miedo transmitiremos poca credibiliadad y contagiaremos miedo.
Y así sucesivamente.
Podemos contagiar lo que nos de la gana (faltaría más) pero luego, seamos conscientes de las repercusiones y no culpabilicemos exclusivamente a los demás de las respuestas que obtenemos.
Las emociones no son buenas ni malas, son necesarias. Cómo reaccionamos a lo que sentimos y cómo los transmitimos es la clave para superarnos. Servidora tiene a la ira bien cerquita y poco a poco está sacando lo mejor de ella.
Siempre, #lallaveerestúconacentoenlaú