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¿Para qué sirve un formador?

Joe, Pelaya. ¡Qué preguntas haces! Lo sé, puede parecer que tengo una visión utilitarista del formador.  Y lo que parece puede ser o no. El caso es que, como ha ocurrido en otras muchas profesiones, las formaciones han cambiado, y mucho.

Quien crea que un formador es únicamente una fuente de información se está perdiendo la canción más importante del repertorio. El baile formativo ha cambiado y  quien no haya cogido el paso ya  que se ponga las pilas porque si no le puede pasar lo mismo que al “walkman”.

Eso sí, quien coja el paso… Hoy, más que nunca, un buen formador genera valor.

¿Recuerdas cuándo íbamos a los conciertos?  Esperábamos ansiosos a nuestras canciones favoritas  mientras disfrutábamos del ambiente.

Pues algo así es una formación de hoy en día. Un concierto al que acuden (con más o menos ganas) los asistentes. La mayor parte de ellos se saben el repertorio y quieren corearlo con el formador; quien se supone que canta mejor.  Otros no se lo saben y quieren aprenderlo de manera fácil y, si puede ser, amena.

¿Qué otras cosas buscan en la formación?

  • Buscan canciones-contenidos inéditos. Los formadores debemos estar actualizados en nuestros conocimientos.  No hace falta volverse loco buscando y buscando contenidos y añadirlos como si no hubiera un mañana en slides del Power Point.  Se trata de estar informados sobre avances, cambios, mejoras, etc. en nuestra temática.
  • Buscan ser La sorpresa es una emoción clave en las formaciones. Podemos inyectar  sorpresa a través de experiencias personales, cambios de tono, datos inéditos, dinámicas grupales, etc.
  • Buscan buen ambiente. Hombre, si lo que buscas es distraer al personal cualquier cosa puede ser buena para amenizar pero, si eres formador profesional ,no todo vale, y amenizar implicará motivar. Has de recordar que el aprendizaje no se genera en mal ambiente formacional.
  • Buscan utilidad. Quieren que lo que cuentes les resulte útil y los datos son interesantes e inspiradores pero no útiles. Para qué nos vamos a engañar. Útil es aquello que sirve para solucionar algún problema, duda o preocupación  de quien acude a nuestra formación. Para mí, el concepto de UTILIDAD es clave a la hora de planificar y desarrollar mis formaciones.
  • Buscan verte en acción; que hagas lo que dices que hay que hacer. El papel todo lo soporta. ¿Cuánto puedes soportar tú? Demuestra personalmente todo lo que puedas y conectarás.

Entonces, ¿para qué servimos los formadores?

  • Para poner a disposición de los asistentes información relevante y útil para ellos. Un formador hace un filtrado previo exhaustivo de diferentes fuentes de información y selecciona aquello que verdaderamente es necesario, útil y relevante para quienes acuden a su formación. Pero no sólo eso.
  • Porque además de filtrar esa información saben transmitirla de manera que sus oyentes pueden entenderla. Por lo tanto, un formador logra que una persona conozca y comience a aprender en tiempo y forma inmensamente más rápida y efectiva que si lo hiciese por su cuenta. ¿Cuánto valor tiene eso en energía, tiempo y dinero? Calcula. Ahí es nada.
  • Y hay más. Un formador sabe generar el clima positivo necesario para favorecer el aprendizaje. Es como un hortelano que conoce cómo sembrar y trabajar el terrero (los asistentes) para obtener cosecha (aprendizaje). Si no se prepara el terreno…no hay cosecha. Bueno, a lo mejor alguna mala hierba…
  • Y sí, un buen formador sabe gestionar situaciones complejas, potencialmente conflictivas e incómodas. Por ejemplo,  un “No estoy de acuerdo…”
  • Un formador motiva hacia el aprendizaje. Sabe encender la chispa de las ganas.
  • Un formador no es el protagonista de una formación, y lo sabe. Eso sí, es quien la lidera. Guía hacia la mejora de las personas.

Y, ¿cómo consigue servir para tanto? Trabajando su perfil profesional y personal; conociendo cómo funciona su contenido y cómo funcionan las personas. Potenciando sus talentos hasta hacer de ellos una seña de identidad.

Los formadores somos agentes para la movilización del aprendizaje.

Somos quienes hacemos de llave para quienes no saben y quieren aprender.

Somos puertas para quienes quieren avanzar

Somos ascensor para quienes quieren superarse.

Somos sistemas de seguridad que impiden o evitan malos hábitos.

Somos “refrescos” mentales.

Somos aliados de las personas, entidades públicas o empresas privadas para conseguir sus objetivos.

¿Para qué te cuento todo esto?

Para que te sirva de inspiración ante posibles preguntas incómodas de clientes. Ya sabemos que hay quien valora mucho la formación pero hay quien no….Incluso quienes acuden a formación o quienes la contratan a veces dudan. Hay formadores que aún no han cogido el paso y dejan una huella no muy positiva.  Los que cogemos el paso debemos cambiar esa creencia limitante.

Para que pongas en valor toda tu labor. Vamos, que te valores. Si no te pasa, me alegro. Si te pasa, es normal. A veces, no nos valoramos y eso lo perciben los demás. Y, ¿qué pasa? Pues que si nosotros no creemos en nosotros, ¿quién lo hace?

Para que no tengas miedo en poner  valor económico a lo que sabes hacer. Ten muy en cuenta el valor que aportas y generas. Eso de ponerle precio…a veces se lleva mal. Todo es pico y pala y entrenar; hablar de dinero con comodidad.

Para que sepas que, si te cuesta coger el ritmo, no pasa nada. Hay muchos recursos que te pueden ayudar a interiorizar la melodía. Ya sabes, fórmate y cogerás ritmo.

Somos profesionales de las personas y del aprendizaje.

¿Quién da más?

 

 

Mi gran maestra: mi mala h…..

Hola, ¿cómo estás? Al habla Ana La Pelaya. Soy formadora, facilitadora y mentora. Todo eso y mucho más. Realmente, soy una persona (eso sí) que desde unos cuantos años dedico mi energía y tiempo a ayudar a los demás a conseguir sus objetivos; empleo, aprendizaje, gestión emocional y comunicación.

Me especialicé en el ámbito de la comunicación y de la inteligencia emocional. La comunicación siempre me gustó; fue por vocación. La inteligencia emocional llegó a mi vida más por necesidad que por vocación. Al principio me parecía que era una especie de cuento chino utópico que se había puesto de moda. Fue hace mucho tiempo…todos tenemos pasado…

El caso es que de mi necesidad he hecho mi profesión en los últimos diez años y oye, cada día soy más feliz por ello.

Lo primero que tuve que hacer para avanzar fue conocerme, aceptarme y mejorar. Lo que se escribe en una frase tarda años en rotularse. El caso es que me puse a ello por la cuenta que me traía.

Y cuando comencé a aceptarme la redescubrí a ella. A mi gran maestra.

Ya nos conocíamos sí, pero de otra manera. Ella me las hacía pasar canutas porque me metía en líos de todo tipo y con todo el mundo (incluida conmigo misma). Yo creía que era ella pero era yo.

No te vayas a pensar que yo era mala persona o no tenía habilidades ni recursos. No, era y soy una persona normal con mis virtudes y defectos pero cuando ella aparecía todo se ponía feo, muy feo.

Un día me grabaron y me vi. Ya me habían amenazado con ello. La vi, enfrente de mí. Era mi mala h..t.. Y ahí estaba yo,  enfadada, imponente e imponiendo.  El espejo me devolvió una imagen tan humana como impactante. No era para tanto (eso creía yo) pero no me gustó.

En esa imagen vi recuerdos de malas experiencias, y lo peor era que,  no me reconocía y no encontraba todas mis virtudes y habilidades. Huían.

El día que comencé a  aceptarme la vi de otra manera. Fue, es y será mi gran maestra. Mi mala h..t.. es pura energía que he aprendido a manejar conscientemente (la mayor parte de las veces, que una no es perfecta ni falta que hace).

A partir de ahí comencé a trabajar las emociones desde la perspectiva de la comunicación y, ¡voilá!!,  generé valor. Y es que TODOS sentimos emociones y ellas son las que influyen en nuestras acciones y resultados.

Y con mi mala h. me he ido paseando por entidades públicas y empresas privadas ante colectivos de lo más variopinto (colectivos en riesgo de exclusión social, directivos, parados, funcionarios, personal sanitario, ingenieros, autónomos…).

Me apasiona el mundo de la formación. Compartir tiempo, reflexiones y espacio con personas en estados diferentes me enriquece personal y profesionalmente.

Y claro, como formadora  y transmisora comunicativa no puedo olvidarme de trabajar mi capacidad de comunicación y gestión emocional. Todo formador, si quiere hacer bien su trabajo, debe hacerlo.

Ana “La Pelaya” está para ayudar a colegas, a profesionales del mundo de la comunicación (formadores, profesores, comunicadores, coach, etc.) a entrenar y desarrollar sus habilidades emocionales y comunicativas.  Porque “en agua estancada sólo crecen sabandijas”. Merece la pena invertir en ello.

Y dice La Pelaya; quiero ser como el hermano de Sofía

El padre de Sofía vino a España cuando su hija tuvo un niño con discapacidad. Lo dejó todo para ayudarla. Trajo a su hijo pequeño. Los inicios fueron muy duros, me dijo. Estaban todos juntos en una habitación. Su hermano era muy pequeño. Tenían un vieja televisión en la que sólo se veía la ETB1. Sólo hablaban en euskera.

Y pasó el tiempo. Su hermano ahora tiene 11 años y ha recibido varios premios; habla y escribe tan bien en eukera que el colegio al que va expone con orgullo los trofeos con estrellas que su alumno de piel tostadita ha recibido.

Todo ello me lo cuenta con orgullo y esperanza. Ha comprobado como todo puede suceder.

Su hermano es un ejemplo de cómo convertir un obstáculo en una fortaleza, le dije. Sonrió orgullosa. Seguramente pensaba en sus propios hijos y por qué no, en ella. Estábamos entrenando habilidades para la a tención al cliente. Tiene ganas de salir adelante y demostrar lo que quiere y sabe hacer.

Superarnos en la vida sólo depende de nosotros. No podemos elegir  mucho de lo que nos sucede. Tampoco podemos evitar sentirnos mejor o peor por ello. Lo que sí está en nuestra capacidad de control  es escuchar el mensaje de las emociones y transformar su energía en superación. Quizás no te hayas dado cuenta pero es lo que haces casi todos los días; continuar.

Ahora lo que toca es avanzar con firmeza, ilusión, motivación y sobre todo, cuidando mucho la gestión de nuestras emociones. De ello dependen los resultados.

En breve nos despediremos del 2020. Año duro, estoy de acuerdo. Pero, si alguien osa finalizar el año sin hacer balance del aprendizaje recibido que no se queje de lo que le puede volver a suceder. Este año está siendo tan duro como didáctico. Y, aunque servidora, no es partidaria de la «letra con sangre entra» creo firmemente que este año no sólo nos ha enseñado lo que es Covid. Hay mucho más detrás del virus y del confinamiento.

Mientras te estoy escribiendo tengo a un hijo chinchando a otro. Si no tienen tablet o Play tienden a comportarse como cachorritos que hacen temblar al sofá. Mientras tanto su hermana pequeña revolotea por el salón cual huracán Paquito; ni me atrevo a hacer foto. En fin, veremos cómo se desarrolla la mañana.

Desde el foco del huracán, despido la transmisión deseándome y deseándote la paz exterior y sobre todo, la paz interior. Creo que, especialmente,  esta mañana la voy a necesitar.

Y, desde el caos de mis salón sigo diciendo y pensando que

#lallaveerestúconacentoenlaú

 

#lallaveemocional

#formación

#inteligenciaemocional

#superación

#2020aprendodetí