Autor: lallaveemocional

Te entiendo pero no lo creo

los días pesan, o no….no lo sé.  Recuerdo aquellos tiempos en los que salíamos la calle y, cual militares, seguíamos un rutina semanal como si no hubiese más alternativas. Y llegaba el viernes y, todos contentos; la semana había sido muy dura y…No sé, sigo pensando en que algo no cuadra. No acabamos de encontrarnos demasiado sentido.

Hoy me levanto más reinvindicativa de lo normal (difícil pero posible) y tanto el cuerpo como el alma me piden «caña» así que os necesito para desahogarme.

En mi cabeza rondan ideas que quiero contrastar (aunque sea a través de la telepatía de las redes) con vosotros. Ahí van:

  • No, por el mero hecho de salir todos los días al balcón a aplaudir no te dan un vale para luego hacer o decir lo que te da la gana. Que no salgas si no quieres, pero deja de vomitar mierda y bulos a través de la red para crispar o meter miedo al personal. Tengo la sensación de que las redes se han convertido en una escupidera en la que cuando me aburro, estoy enfadado, no me entero o no sé gestionar mis emociones se puede escupir hacia todo aquel que se cruce con nosotros.
  • No, que tampoco pasa nada porque nuestros hijos no avancen en contenidos este curso. Que si no nos hemos extinguido por gilipollas no lo vamos a hacer porque acaben el curso sin saber todas las tablas de multiplicar. Está muy bien, por salud mental, tener rutinas en las que los niños afiancen conocimientos  adquiridos y que, como hay más tiempo (en teoría) puedan comprobar su importancia en el día a día al calor de hogar. Que ya cogerán ritmo, lo harán porque no les va a quedar otra. No caigamos en el error de pasarnos mañanas y mañanas mosqueados con nuestros hijos porque se les ha olvidado restar (como casi me pasa a mi jejejeje). En serio, ¿Qué queréis que recuerden vuestros hijos de esta experiencia? y, lo más importante ¿Cómo queráis que la recuerden y se la cuenten a sus propios hijos?. No, a mi no me gustaría que Jon les contase a mis nietos que su amama , en mitad de una crisis global por una pandemia, se puso de los nervios porque en un momento de despiste total, a él se le olvidó restar o que cada día era un «sinvivir»a cuenta de los deberes…. (Estamos locos o qué!!!!!)….No creo que ninguno de ellos pierda la oportunidad de ser lo que desea ser porque durante unos meses nos centramos en recordar y aplicar lo ya aprendido antes o avanzar en función de las demandas del niño.  Echemos la vista atrás y veamos que, muchos de los referentes sociales y profesionales, han tenido etapas de menor avance académico y han logrado curar a gente, encontrar vacunas, escribir los mejores relatos y hacernos vibrar con sus artes. Es posible que incluso esos momentos «difíciles» sean los que les hayan marcado, impulsado, inspirado y guiado más en su desarrollo personal y profesional. Esta es mi opinión, por supuesto respeto aquellas que no estén en la línea.
  • Los niños quieren salir, por supuesto que sí. Ayer precisamente hablaba yo con un íntimo amigo mío de 11 años que me contaba que  hay momentos en los que se necesita salir. En este sentido es importante comprender situaciones especiales,  muy concretas y específicas. Ahora bien, los niños NO NECESITAN SALIR como si del aire se tratase.  Creo que ellos tienen el umbral del dolor más alto que nosotros jejejee. Quiero decir, los niños, en estos momentos del confinamiento (llevamos en torno a 20 días) son capaces de estar más días en casa. Los son porque tienen una capacidad de adaptación brutal, porque a poco que les expliquemos  comprenden la gravedad de la situación y son muy solidarios. Que les viene bien, claro que sí. Que habría que plantear medidas si esta cuarentena se alarga mucho, mucho más también.  Hoy por hoy los niños son bandera del «Resistiré». Otra cosas somos los mayores. Creedme que lo digo con conocimiento de causa; estar sin salir de casa con un bebé de 8 meses y otros dos (más que movidos) de 3 y 7 años es todo un reto. Creo que más que los niños somos los mayores los que acusamos la necesidad de soltar a nuestras «fieras» para que liberen toda su energía y nos dejen espacio físico y mental  para nosotros. No, no somos malos padres ni malas personas cuando suspiramos deseando que todo esto pase para liberarnos de esa entrega 24×24. Es normal y hasta saludable. Pero, es ahora donde hemos de demostrar nuestra flexibilidad y resistencia (resiliencia) y aguantar  poniendo el foco en lo positivo de esta situación. Si esto no hubiera pasado jamás hubiéramos tenido la oportunidad de CONVIVIR  a jornada intensa y completa con nuestros pequeños; cuántas risas, abrazos, besos, sorpresas y emociones nos hubiéramos perdido. Hombre, si hay mucha necesidad se puede pedir al gobierno que, debidamente organizados, NOS saquen los niños un ratito al día (igual cuela). 
  • NO, todo no lo ha de hacer el gobierno. Tenemos el derecho e incluso la obligación de pedir ayudas que alivien esta situación. Faltaría más. Pero, cuando todo esto se acabe (bueno, desde ya mismo) todos hemos de darle una vuelta al tema y tomar decisiones de mejora.  A escala personal y local hemos de identificar áreas de mejora (relaciones, formas de vida, negocios, rutinas, etc.) más sostenibles y constructivas. Soy autónoma y me siento bastante vulnerable con respecto a las repercusiones de esta crisis global; pediré ayudas pero también buscaré nuevas forma de adaptación y contribución social que ayuden a establecer un equilibrio social . Lo que está claro que es nos toca currar y de lo lindo pero a lo mejor no de la misma manera ni con los mismo objetivos. Siempre he sido firme defensora de que toda persona ha de conocer su propósito vital; un para qué potente que va más allá de recompensas externas como el dinero o el reconocimiento.  Hacer por hacer es tontería.

Pues nada, ya me he desahogado.

Llave, ¿Tú que opinas?. #lallaveerestu#

Cómo resistir en tiempos de…no sé de qué

 

¿Ya te has cansado de quejarte?, ¿Has agotado las reservas del miedo paralizador?. Es posible que la respuesta sea NO.  El miedo, como el sol, es una fuente renovable y la quejas nunca se acaban.

Estrenamos mes y abril nos recoge un poco flojos para qué nos vamos a engañar. Es normal e incluso sano tener momentos de bajón; lo que estamos viviendo es algo sin precedentes, una crisis a todos los niveles que jamás pensábamos que nos iba a tocar vivir.

La «guerra» se libra a nivel sanitario, a nivel económico, a nivel social, a nivel familiar y a nivel personal.  Estar varios días seguidos compartiendo espacio con otras personas (por mucho que las queremos) y sin poder coger aire más allá del que tenga una terraza, balcón o una humilde ventana es todo un reto. Hay demasiada intensidad emocional para poco aire fresco y cuando uno parece estar más relajado el otro le toma el relevo con enfados y miedos…

Vale, todo esto es así y hemos de ser conscientes y sobre todo llevarlo de las forma más adaptativa que podamos. En casa hemos puesto una pizarra en la cocina en la que cuando alguien se porta «regular tirando a mal en tiempos de crisis» ponemos una carita triste al lado de su nombre. La verdad es que está resultando «mano de santo» porque nadie quiere tener caras tristes al lado de su nombre. Ojo, que seguimos con nuestros enfados y gritos pero bajo un umbral reconocido como aceptable por los baremos de la OMS (para familias numerosas).

Más allá de la anécdota me gustaría recordarte, por si te pueden servir, algunas ideas para sobre llevar mejor estos días e incluso sacarle partido a las horas de confinamiento:

  • Se ha demostrado como el hecho de hacer algo bueno por los demás afecta muy positivamente tanto en nuestro cuerpo como en nuestra mente. Venga, piensa en alguien y llámale para decirle algo positivo, darle las gracias, ayudarle en alguna cuestión….lo que se te ocurra. Y no, no lo dejes para luego que te conozco.
  • Finge hasta que los seas; no seré yo quien te diga que dejes de expresar tus emociones más desagradables pero si seré yo quien te diga que no te regodees en estados en los que te invada el miedo, la tristeza o el enfado. Una vez que te hayas desahogado, coge a esas emociones, dale las gracias por todo lo que te ayudan y enseñan, mételas en el bolsillo y empieza a fingir. Finge, finge y finge que sabes controlar tus emociones, que estás aprovechando el tiempo para estar mejor, finge que sabes que todo irá bien, finge que eres la persona que quieres ser en tiempo de crisis... Cuando todo esto pase te darán el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia familiar y personal. Mira, son las ocho de la mañana y mientras estoy escribiendo esto miro a la ventana. De repente, el cielo me regala un precioso arcoiris que, bajo el fondo gris, luce esperanza.  Mientras finges que lo eres , lo haces y los están siendo; de tanto hacer algo se pega jejejje.

  • Echa un ojo y gestiona lo mejor que puedas el grado de frecuencia, intensidad y duración que tienen las emociones dentro de ti y en tu casa. Sabemos que no hay emociones buenas ni malas porque todas nos ayudan a vivir y evolucionar. Aunque, por propia tendencia del cerebro, las emociones afines a la tristeza, miedo, ira y asco son más frecuentas, intensas y duraderas que aquellas vinculadas a los estados de alegría en estos días es cuando debemos hacer un verdadero esfuerzo en incrementar los momentos de alegría, humor, bienestar, confianza, tranquilidad, positivismo etc. y dosificar los estados de ira, miedo, asco y tristeza.  Crea, como si de un curso de cocina se tratase, tus propias recetas de alegría; comentarios, hábitos, ideas que ayuden a relajar y subir el ánimo.  Además de hacer lo que ya sabes que funciona te animo a tirar de creatividad y buscar nuevas fórmulas. El otro día me inventé un juego de simular animales y a los niños les encanta y yo me muero de la risa viendo como Niko imita a los monos.  A mi marido le inyecto humor, sorpresa y cuarto y mitad de inquietud a base de preguntas sorprendentes…Y a mí misma me inyecto escribiendo, bailando con mis hijos, haciendo bromas a mis hijos, mirando por la ventana, viendo todo tipo de programa en la tele, haciendo algún estiramiento, conectando con mi familia y sobre todo, imaginando situaciones nuevas, cambios. Te puede parecer una tontería pero con este pequeño consejo estás ayudando a tu bienestar emocional (mantener controlada la ansiedad, estrés, etc.) a tu bienestar mental (focalizas la atención en ideas más positivas y controlas tus pensamientos) y a tu salud en general a través del  sistema inmune porque se ha comprobado científicamente como el hecho de tener unas emociones u otras con determinada intensidad, frecuencia y duración puede ayudar o debilitar nuestro sistema inmune. Vamos, esta idea es una fuente de salud. Cógela.

y, para acabar ahí os dejo un pequeño «grito de paz».

Recuerda que #lallaveerestu#.

Abrazos virtuales.

Te digo a ti marzo

Se acaban tus días marzo y en Bilbao el cielo quiere llorar. Tú no has sido un marzo como cualquier otro; tu primavera nos ha pillado invernando. Nos has dado un lección de esas que todavía está entrando con sangre y aún no sabemos para qué servirá.

En mi casa, quiero decir, dentro de mí se lleva como se puede. No te voy a negar que para mí el confinamiento no es un gran esfuerzo y me ha permitido estar más tiempo con mis hijos y marido y reflexionando sobre cómo hago y cómo quiero hacer las cosas. A veces escuece. Y desde hace unos días llaman más a la puerta dos  inquilinas que creía controladas; la pena y la culpa.

La primera emoción se presenta en forma de lágrima fácil, pensamientos que se pasan de empáticos al imaginar cómo se estarán sintiendo algunas personas en están sufriendo en primera línea esta situación. A mi mente vienen imágenes de personas enfermas solas, sanitarios que tiran de humanidad cuando no hay nada más, familiares inmersos en el dolor, la impotencia y la incertidumbre, enfermos con alguna adicción y que no pueden salir de casa, personas sometidas a malos tratos encerrados con quienes les agreden, seres a los que asusta más la soledad  que el hecho de contraer el virus… No sé, a veces es no puedo con ello.

La segunda, la señora culpa ha venido hace poco y creo que alargará su estancia. Paro de escribir porque viene Jon a darme un beso y Niko me dice que él también me quiere mucho. Me siento culpable por vivir tan bien; por no poder hacer algo. En ocasiones fantaseo con la idea de saltarme la cuarentena y sentarme todo el día a la salida del hospital de Basurto. Allí, cada vez que salga un sanitario le daré las gracias le abrazaré con todas mis fuerzas y le acompañaré a casa para que se desahogue y llore conmigo por el camino. Qué tontería verdad?

Otras veces imagino que me puedo quitar las manos y se las dejo a las personas que están enfermas; guardarían todo mi calor y calmarían la soledad de la enfermedad porque se adaptarían a su cara o a sus manos cubriéndolas con amor protector. El hecho de tener una mano a la que agarrarse alimenta las fuerzas y la esperanza. Deberían inventar algo así.

Marzo, hasta el momento, a falta de flores, me dejas estas reflexiones:

  • La vida es cambio.
  • El mundo está más vivo que nunca y se defiende.
  • Esto no pasará no; esto continuará en la medida en que ha habido un antes y un después del Coronavirus.
  • Muchas personas somos empáticas y deseamos el bien para todos.
  • También hay otras personas que no han «despertado».
  • Esta situación es como una vida en un videojuego; o la pasamos bien o tendremos que repetir.
  • Me esforzaré más en ser mejor persona; conmigo misma y con los demás. Con el Coronavirus también van a morir prejuicios, desconfianzas y pasados.
  • Ahora poco puedo hacer, pero cuando acabe el confinamiento, algo idearé.
  • A pesar de todo, la vida merece la pena.
  • Gracias.

El cielo sigue llorando; en algunos sitios con lágrimas blancas.  En mi hogar hay actividad y calor. En mi, un poco de paz.

Gracias a quienes estáis ahí, leyendo tras esas pantallas que pierden su frialdad al calor de las emociones.

Y que no decaiga porque la llave somos nosotros. 

¿No te estarás equivocando?

Por aquí todo va según lo previsto; en general lo llevamos bien (yo diría que cada vez mejor) pero para ello son indispensables los enfados y malestares cotidianos.

Niko se ha convertido en el mejor embajador de la mortadela (mortadela  a todas horas!).

Malen sigue «feliciana» y más que espabilada…el hecho de estar a todas horas con sus hermanos está multiplicando por cinco su evolución.

Jon ejerce de hermano mayor y entre pelea y pelea con los deberes, trata de echarme una mano con sus hermanos. Se pregunta en voz alta si esas personas que mueren se convierten en otras personas (El otro día le preguntó a Malen si ella antes había sido otra persona y quién era).  Creo que para él (como lo puede ser para cualquiera) es un alivio y esperanza pensar  que todo no acaba aquí y, por lo tanto, tenemos más oportunidades de vivir. ¿Quién lo sabe? No seré yo quien lo niegue tajantemente.

Después de todo si alguien nos dice hace unos meses que un virus iba a paralizar el mundo nos hubiéramos reído o escandalizado. Y si nos hubieran dicho que íbamos a estar en nuestras casa sin poder salir… No estamos para depreciar ninguna alternativa ni perspectiva. Por lo menos, eso creo yo.

Y ahí es donde os quiero hablar de  lo que en psicología se denominan los sesgos cognitivos.

Los sesgos no son otra cosa que atajos que utiliza nuestra mente para guardar todas la información que maneja y también para actuar. Al hacer esos atajos mentales distorsionamos la realidad y por tanto, podemos incurrir en error.

Los seres humanos tendemos a  dar por válidas unas informaciones más que otras (sin argumentación lógica más allá de lo que creemos). Uno, de entre los muchos sesgos están el de confirmación  y el de continuidad.

A veces lo hacemos de forma consciente y otras veces lo hacemos de forma inconsciente pero la mayor parte de las personas lo hacemos; tendemos a darle más prioridad, importancia, veracidad e incluso a favorecer aquella información que confirma lo que pensamos y hacemos. Vamos, que le damos más credibilidad a aquello y a aquellas personas que hacen, dicen o piensan lo mismo que nosotros. Os presento entonces al sesgo de confirmación;  viéndolo desde fuera parece algo increíble,  verdad? Utilizar comúnmente este sesgo cognitivo es seleccionar la información y por lo tanto interpretar y obrar de forma equivocada. El ser humano necesita sentir control y seguridad; en la incertidumbre nos cuesta movernos (que nos lo digan en estos momentos). Un efecto secundario de este sesgo es la tendencia a menospreciar, criticar y/o incluso alejar de nuestra vida a personas que piensan y obran diferente.

A veces, nos comportamos como los bueyes que están trabajando en el campo y tienen reducido su campo de visión (pero no son conscientes de ello).

Estos días leemos y escuchamos a muchas opiniones diferentes y, reconozcamos que en mayor o menor medida nos afectan. Este es un buen momento para tomar conciencia de cuánto y cómo nos limita este sesgo.

El sesgo de continuidad hace referencia al hábito o costumbre de muchas personas y que consiste ni más ni menos en hacer lo que hacemos porque «toda la vida se ha hecho así», «es la tradición», «me enseñaron así», «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer»…El caso es que da igual que haya pasado el tiempo, que las personas y las circunstancias son diferentes e incluso que ahora esa conducta pueda no ser la más recomendada. Da igual, lo hacemos y pensamos porque así nos lo han enseñado y toda la vida se ha hecho así. Este sesgo es muy fácil de identificar en el día a día de cada uno de nosotros. A continuación te cuento una pequeña anécdota que le escuché a Luis Monge Malo en una entrevista que le hizo Juan Daniel Sobrado para Learning Legendario (él habla del pavo, yo hablaré del cordero).

¿Qué opinas?, ¿Cuántas cabezas has cortado innecesariamente? jajjaja es broma…O no.

Recuerda que #lallaveerestu#

Un abrazo.

 

 

Señor presidente

Señor presidente, esta carta que le escribo no tiene nada que ver con tendencias políticas, la verdad es que no creo que sea el momento de hablar de ideologías.

Pero sí quiero hacerle llegar mis quejas. Verá usted, me indigna que desde su gobierno no haya hecho nada para prevenir ni gestionar cualquier de las contingencias que a continuación le detallo:

  • No hacer nada para que yo entienda mejor lo que pasa.
  • No hacer nada para quitarme el agobio que me da quedarme encerrada en casa.
  • No hacer nada para que se me haga más liviana una jornada con niños pequeños sin poder salir de casa.
  • No hacer nada para quitarme la tristeza, el agobio, el miedo, la ira, la pereza y el sueño.
  • No hacer nada para que las personas hagamos lo que se nos ha dicho que hemos de hacer.
  • No hacer nada para evitar contagios si salimos a la calle.
  • No hacer nada para asegurarme que cuando todo esto pase voy a  vivir igual que antes.
  • No haberme avisado de que esto iba a pasar y que me iba a agobiar.
  • No hacer nada para contener a las redes sociales; son muy pesados y a veces me enfadan y dan miedo.
  • No avisarme más a menudo de lo importante que es lo que está pasando. 
  • No darme más palmaditas en la espalda por quedarme en casa.

No señor Presidente, en una sociedad del siglo XXI esto no se puede permitir. Nos venden que estamos en una sociedad avanzada en la que las personas cada vez  estamos más preparadas y nos dejan ahí solos ante el Coronavirus. 

Muchas gracias por su atención Sr. Presidente. 

No sé que estará pasando por tu cabeza cuando estés leyendo estas líneas. Sinceramente, últimamente tengo la sensación de que nos creemos más evolucionados de lo que somos. Es en los momentos complicados cuando se demuestra si sabemos autorregularnos o no.

Somos nosotros, cada uno de nosotros los responsables de gestionar nuestro estado emocional de la forma más adaptativa; dejemos al papá estado que se ocupe de lo suyo y seamos responsables de lo que hacemos y decimos. Me sorprende cómo hay personas que utilizan las redes como herramienta arrojadiza del dolor, ira, desprecio y tristeza que no sabe autogestionar. Luego, para justificarnos tiramos de «Es que lo que está pasando es…los políticos son…la situación es….»la gente es…ya lo sabía yo…. Anda ya!!!!!

En esta sociedad sufrimos de un Coronavirus aún más letal; la falta de consciencia o la inconsciencia. Y si con esta «hostia» no aprendemos nos estaremos ganando a pulso una más fuerte

Vaya por delante que hoy estoy en uno de esos días de «pájara emocional» en los que los trece días sin salir de casa y toda la información procesada no pasan en balde. Como ya os he contado en varias ocasiones tengo tres pequeños y creedme que no es fácil sobrellevar el paso del tiempo. Aún así lo vamos consiguiendo.

Si escuchamos las experiencias de muchos profesionales sanitarios, personas contagiadas, etc. gran parte de ellos coinciden en la idea de que la parte emocional del tema es la más compleja de llevar; saber digerir todas las emociones que nos generan estas situaciones no es fácil y, además de respiradores,se hacen fundamentales los abrazos, calor humano y cualquier señal de amor. Posiblemente uno de los aspectos más crueles de esta enfermedad es el aislamiento social hasta tal punto que algunas personas se van solas.

Una vez dicho todo lo anterior me creo que es indispensable que abramos los ojos de verdad. Esto que está pasando es algo más que una crisis sanitaria.  ¿Qué hay detrás de todo esto? Tú, yo, él, ella…personas con nombres y apellidos que están viviendo de forma más o menos intensa. Dejémonos de tonterías y aprovechemos el tiempo para ver en qué medida cada uno de nosotros podemos contribuir a mejorar o no empeorar la situación.

Y después ¿Qué haremos?;¿Más de lo mismo? Pues lo mismo recibiremos por gilipollas.

Muchas de las personas que están viviendo esta pandemia en primera fila, cuando todo esto pase, necesitarán tiempo y ayuda para digerir todo lo que ha sucedido; duelos, despedidas, frustraciones, decepciones, soledad, impotencia…Y hemos de ser el resto de la sociedad los que hemos de cuidar de ellos porque nos van a necesitar y mucho. Guarda energías y amor para dárselo porque se lo debemos; a ellos y quienes se están yendo.

No olvidemos que lo único que nos puede salvar somos nosotros mismos; ¿De qué sirve el dinero?, ¿De qué sirven las propiedades?, ¿De qué sirve un buen sueldo si no somos conscientes de que todo puede cambiar en un segundo, de que la vida no es tener sino ser, de que lo que nos hace grandes es lo dentro no lo de fuera?.

 

¿Son raros lxs ingenierxs?

Cuando os planteé esta pregunta en un post anterior varias personas me contestaron. ¿Cuáles han sido las respuesta? Pues, por lo menos en mi pequeña encuesta,  la respuesta es Sí, lo son. 

Desde que tuve a Malen me siento un poco como la reina emérita; ya no recibo los mismos mimos que antes. Ahora toca repartir jejejejje. Mis hijos son tan movidos como cariñosos y expresivos y aunque hay que repartir abrazos y carantoñas, no pasa porque hay stock. En muchas ocasiones me pregunto si cuando crezcan y tengan pareja seguirán siendo así de cariñosos y atentos.

Un día, expresando esta duda en voz alta un amiga me dijo : «Puede ser, a menos que sean ingenieros…». Me dio la risa porque, aunque lo dijo bromeando, algo había detrás. Y, esta percepción, no es una excepción; hay muchas personas que perciben a los ingenieros ( y también a los informáticos) como seres, cuanto menos, peculiares en cuanto la relaciones sociales y emocionales se refiere.

Cuando hago talleres de inteligencia emocional para profesionales que trabajan en el mundo de la ingeniería ( y, estoy generalizando) suelen desarrollarse de forma especial. Me explico; algunos de ellos ( o ellas, aunque en minoría) acuden porque no les queda otra, otros van porque les genera curiosidad y una gran parte asisten porque alguien les ha dicho que no les vendría mal trabajar su inteligencia emocional.  Al principio siento que me miran o bien «como las vacas al tren» o bien como si estuviesen pensando » No tengo ni idea de lo que me está hablando». La cuestión es que la sesión se va desarrollando y poco a poco van abriendo su mente y se muestran interesados en aprender. Es en ese momento cuando me doy cuenta de que no son seres raros sino que son seres para los que el ámbito emocional ( e insisto, estoy generalizando) es una especie de caja que es mejor no abrir.

Después de todo, ¿Cómo se puede gestionar algo  que no se puede ni medir ni cuantificar? Lo cierto es que para ellos es muy difícil de tratar aquello que tiene que ver con personas y no tiene fórmula que aplicar. Su atención suele estar entrenada para enfocarla en tareas lógicas y el hecho de tener que pensar en el ámbito persona suele dar pereza y un cierto miedo.

Procuro hablarles en su idioma e incorporar símiles, metáforas o «fórmulas emocionales» a través de las cuáles me pueda hacer entender mejor. Suele funcionar o, por lo menos, genera mejor clima.

Durante muchos años han sido una especie de «mérito» ser ingeniero; se sobreentendía que la persona que había obtenido tal titulación estaba dotada de grandes conocimientos y capacidades intelectuales (¿Quién no ha fardado de tener un hijo, sobrino o nieto ingeniero?). Por supuesto, los ingenieros estaban predestinados a una vida  llena éxitos profesionales, económicos y personales.

El caso es que los años han pasado y no sólo los ingenieros sino también otras muchas profesiones especialmente vinculadas a actividades de la lógica han podido observar como para el mercado laboral y para el plano personal ser ingeniero no es suficiente para ser feliz ni para hacer feliz a nadie. Las empresas han podido comprobar como profesionales a nivel técnico intachables no son capaces de generar relaciones interpersonales fluidas ni con compañeros, ni con proveedores ni con clientes. Se les achaca falta de habilidades comunicativas y escasa gestión emocional. Todo ello, repercute en su desempeño profesional y, como no, en lo recursos y resultados de la empresa.

A nivel personal, quien no cuente con un mínimo de inteligencia emocional se sorprenderá cuando su pareja cuando le diga que se están distanciando, que les falta comunicación, que apenas expresa sus sentimientos, que viven con un extraño…En otros ámbitos pueden estar más centrados en lo material (dinero, vacaciones, etc.) como forma de compensar ciertas incapacidades emocionales o relacionales pero eso, tarde o temprano, les acaba estallando en la cara.

Recuerdo, por tercera vez, que estoy generalizando y utilizando esta generalización para hablar de las necesidades de desarrollo emocional que demanda la vida personal y profesional.

En mucas ocasiones, cuando acabamos los talleres muchos de los asistentes me acaban diciendo algo así como: » Esto nos lo tenían que haber enseñado en el colegio, en el instituto y en la carrera porque si yo hubiera sabido esto hubiera hecho muchas cosas de otra manera».

Todavía hoy hay muchas personas que creen que trabajar el autoconocimiento y las emociones no sirve para nada. Antes me enfada cuando lo oía, ahora no porque sé que este pensamiento y conducta sólo es el reflejo de alguien que o tiene miedo o no es consciente de lo que está diciendo. Sentirse incapaz de hacer algo; sentir que no somos autoeficaces suele generar miedo y rabia. Tocar las emociones puede dar miedo, después de todo, muchas veces no sabemos lo que hay dentro y el hecho de tocar un poco implica tener que hacer algo.

Seguramente hay personas que preferirían estar en una mina picando piedra todo el día a expresar sus sentimientos. Las heridas de las manos duelen pero son más llevaderas y se curan antes que las heridas del alma.

Conocerse y trabajarse emocionalmente es tan «jodido» como maravilloso y, merece la pena.

Después de meterme en este pequeño charco he de decir que cada día me caen mejor los ingenieros porque a los ojos de una formadora de inteligencia emocional son como niños que tienen pataletas emocionales pero que cada vez abren más los ojos a las emociones. Otra cosa será la convivencia con ellos…

En serio, esto cada vez está cambiando más y todos los profesionales buscan mejorar a todos los niveles; por propia voluntad y por demandas del mercado. Los ingenieros son los que posibilitan gran parte del desarrollo de nuestra sociedad y, ahora que se están formado en competencias transversales, lo hace mucho mejor (y con más cariño jejje).

Por cierto, me encantaría que cualquiera de mis hijos fuesen ingenieros jejejeje.

Muchas gracias, feliz día y recordad que #lallaveerestú#.

Se llama frustración y es una chivata

¿Recuerdas como empezó todo esto?. En mi caso tengo grabada en mi mente una escena en una formación en la que antes de que pensásemos en el Coronavirus como una realidad, hablábamos de ella como una leyenda china y bromeábamos con la idea que que alguien lo pudiera tener si estornudaba o se sentía mal.

Todo ha ido muy rápido y tal y como se suele producir en cualquier proceso de cambio todo empezó con un rumor que se convirtió en realidad. El estado de shock continua a la confirmación del rumor y aún muchas personas se encuentran en este estado. Cada persona vive el cambio con tiempos e intensidades diferentes. Después del shock puede venir la fase  negación de lo que sucede («Esto no puede ser cierto», «No puede estar pasándome esto», etc.). Una vez superada esta fase podemos llegar a otro momento protagonizado por una emoción que acompaña al ser humano en muchos momentos de su vida pero que no acabamos de «amigarnos» con ella.

Como si de una película se tratase, la escena del rumor está protagonizada por la emoción de la preocupación y con actores secundarios como el miedo. Por su lado, la escena del shock conlleva sorpresa y un miedo más duradero e intenso. En la escena de la negación aparece como emoción protagonista la ira (el enfado) ante la situación.

Pues, la siguiente escena está protagonizada por la emoción de la frustración. ¿Qué es la frustración? pues, una emoción que sentimos cuando percibimos que no somos capaces de solucionar o gestionar una determinada situación. Esta incapacidad  puede darse por la percepción de falta de recursos disponibles como pueden ser el tiempo, el conocimiento, ayuda del entorno, recursos materiales, etc.

La cuestión es que la frustración nos genera muchas otras emociones, sobre todo tristeza (aunque muchas personas la camuflen con reacciones de ira) e impotencia.

Este momento histórico que estamos viviendo y, este día en particular, puede estar lleno de frustración social e individual. Sentir que «no llegamos a….por más que queremos y nos esforzamos» nos genera aún más frustración y entramos en lo que comúnmente llamamos «la pescadilla que se muerde la cola».

La frustración puede llegar a provocarnos estados de estrés y ansiedad.

Ideas para gestionar la frustración:

  1. Lo primero es saber identificar si lo que sentimos es verdaderamente frustración. Te recomiendo echar un vistazo a mis post anteriores en los que hablo de las cuadrillas de las emociones básicas y sus características.  La base más profunda de la frustración suele ser la tristeza así que te animo a que te «descapes» como si fueses una cebolla. Mira, ahora que tienes tiempo dibújate  como una cebolla y vete dibujando las diferentes capas emocionales que sientes que tienes. Por ejemplo, yo hoy me siento una cebolla que en su etapa más superficial se muestra activa y con ganas de hacer cosas por lo que estoy en estados emocionales que conllevan ganas, ilusión y dinamismo salpicada de momentos de irritabilidad  y enfado (creo que causados por el encierro, la impotencia, la necesidad de cuidar, entretener y proteger a mi prole,por las conductas de los insolidarios y la sensación de incertidumbre). En otra capa más profunda siento mucha tristeza; siento que he me estoy despidiendo de una etapa anterior de mi vida, siento dolor y pena por quienes se están yendo, siento decepción por el comportamiento y comentarios de otras personas, siento frustración porque me gustaría estar a pie de calle y ayudar más, siento un estado de pérdida que siempre acompaña a la tristeza. Pegadita a la capa de la tristeza tengo otra muy, muy fina pero muy resistente protagonizada pro el miedo; no es un miedo muy potente pero si es preocupación por lo que vaya a pasar a la sociedad, a la gente en general y a mi entorno en particular. No me afecta mucho porque cada vez me llevo mejor con la incertidumbre pero el hecho de ser madre suma. Y al final, en lo más profundo de mi siento gratitud, mucha gratitud. De verdad que sólo puedo dar las gracias a todas las personas que lo están dando todo (cada uno en lo que puede), gracias a que ( dentro de la inseguridad) me siento segura. Gracias a todas las personas que me muestran su cariño, gracias  a las personas que salen a aplaudir como si de un himno se tratase lanzando al viento un gracias de corazón y un rayo de esperanza.
  2. Ten en cuenta que, a veces, el cerebro se equivoca en su valoración emocional (como con las drogas, que son malas pero nos las pide porque las valora como » buenas»).  Con esto te quiero decir que es posible que sientas frustración pero también cabe la posibilidad de que tu «coco» se haya equivocado en la valoración de intensidad. A lo mejor es verdad que no puedes hacer mucho en esta situación pero no quiere decir que no puedas hacer NADA. Siempre hay margen de maniobra y en esta situación todos podemos contribuir el algo; quedándonos en casa, ayudando a otras personas (escuchando, haciendo algo, etc.) aportando recursos o simplemente compartiendo mensajes positivos que alivien el dolor social.
  3. Todos tenemos que ser conscientes de que hay momentos en la vida en que sentirnos frustrados es normal, natural e incluso saludable porque nos recuerda que, a pesar de lo que nos diga el ego, somos seres con debilidades y limitaciones. No siempre la ayuda está en hacer; a veces saber gestionar la frustración implica reconocer que no sabemos o no podemos o no se sabe o no se puede en ese momento. Ni más ni menos. Ahí es donde debemos apartarnos y dejar hacer  a los que saben y quieren hacer y quedarnos en segunda fila animando y agradeciendo.  Si la frustración nos está chivando que demos de mejorar en algo pues hagámoslo, carajo (aunque sea un poquito).

En los procesos de cambio después de la frustración suelen venir estados (más o menos largos e intensos) de depresión, de aceptación racional y de aceptación emocional. Sabremos que hemos superado el cambio positivamente cuando, día a día trabajemos con nuestras emociones y al final de todo hayamos interiorizado y aprendido enseñanzas y moralejas que nos hagan aún mejores de lo que éramos antes de empezar esta locura llamada Coronavius.

  • ¿En qué fase estás?
  • ¿Qué te está chivando esta fase?

No se me olvida el tema de los ingenieros…sólo es que ayer me hicieron esta petición de post y me parece muy oportuna.

Por cierto, por aquí hay momentos de crisis absoluta; de esas en la que desearías tener el Corononavirus para aislarte completamente. Bromas a parte los días no pasan en balde y hemos de cuidarnos mucho para no tener un pájara de esas que nos dejen bloqueados. Momentos tensión es normal y saludable tener; por algún lado hemos de soltar.

Un abrazo para todos.

La mitad se va y la otra mitad se queda

Aún cuando nos esforcemos por mantenernos activos y optimistas, hay ratos y hay ratos. Ayer fue el primer día que me acosté triste. Tener acceso a tanta información es positivo pero también hay que saberlo  digerirlo.

Entre juego y juego, limpieza, lecturas,  duchas y demás tareas diarias también saco hueco para estar en las redes sociales; me informan, me distraen, me saturan y me enfadan a partes iguales. La cuestión es que leemos muchos contenidos y, por lo que sea, hay algunos que nos  llegan más que otros.

La primera historia que me conmovió fue la de una enfermera que llamaba a su pacientes «Pepe» (creo recordar) y les hablaba y animaba como lo haría su familia. Y como si de su familia se tratase, se alegraba con los avances de sus «Pepes»  y  lloraba cuando, desgraciadamente, tenía que despedirse de alguno de ellos.Es una carta muy emotiva que refleja a la perfección el día a día de los profesionales sanitarios que custodian nuestros cuerpos y nuestras almas como si de sus familiares se tratasen. Lloré de tristeza porque necesitaba hacerlo y lloré de alegría por saber que, por muchas noticias que haya de insolidari@s, hay mucha más gente solidaria.

Que no se nos olvide; que somos muchos más los que estamos haciendo lo que podemos. Lo sé, hay personas que lo están haciendo muy mal y no te creas que no me mojo; quien se salte las normas que sea multado con contundencia. Eso sí, tengamos prudencia de qué, cómo y a quién juzgamos.

La otra historia que me conmovió fue la de una señora que en quince días había perdido a su madre y a su padre; su ama por problemas cardiacos y a su aita porque cuando acompañó a su mujer se contagió de Coronavirus. La señora, se quedó en el parking intentando ver como sacaban a su padre a la ambulancia; quería despedirse aunque fuese «de lejos».

Me fui a la cama pensando en estas personas y empatizando con su sufrimiento y, de alguna manera, intentándoles mandar todo mi cariño. No sé si les llegó.

Pero ha vuelto a amanecer y, sin dejar de tener en mi pensamiento a esas personas, me he levando y procurado cambiar mis pensamientos. He recordado lo que tantas veces trabajo en las formaciones que realizo:

Un estímulo genera una emoción y esa emoción o emociones generan pensamientos que a su vez alimentan o generan más emociones. Y esos pensamientos generan acciones y esas acciones nos traen resultados.

 

Estímulo (mala noticia)  genera emoción/es (tristeza, miedo o enfado) que genera/n pensamientos («Esta vida es una mierda», «No se están haciendo las cosas bien»,etc) y por tanto nuestras acciones están marcadas por esos pensamientos (lo que decimos, cómo actuamos en el día a día, qué hacemos o qué no hacemos). Estas acciones tienen resultados individuales que si los multiplicamos por todos los que somos generan una respuesta social.

Así, he optado por tratar el tema de la siguiente manera; lo que leí ayer es muy triste, lo es y me gustaría darle un abrazo y ayudar en lo que pudiese. No quiero alimentar pensamientos de ira o tristeza porque encerrada como estoy sólo me van a llevar a gritar a mis hijos, amargarme, dejar de escribir o despotricar de todo y de todos. Eso no es bueno ni para mí ni para nadie.

No voy a negar que estoy enfadada con los que se están saltando las normas y también contrariada con la diferente casuística que me hace dudar si algunas conductas son o no son adecuadas porque hay tantos casos particulares como, al menos, personas. El tema es que voy a centrarme en lo que yo puedo hacer; ME QUEDO EN CASA y CON TODO AQUEL QUE HABLE VOY A INSISTIR EN QUE HAGAN LO MISMO Y voy a seguir escribiendo (porque con una sola persona que se sienta un poco mejor al leer mis post me siento satisfecha y agradecida). En casa, procuraré mantener la actitud positiva (aunque de vez en cuando pueda venir bien algún grito y desahogo), disfrutaré de mi familia y procuraré contactar diariamente con la gente que quiero ( en especial, mantendré debidamente informado a los abuelos de los avances de sus movidos nietos).

He decidido que tampoco voy a mirar para otro lado y si creo que alguien está siendo insolidario en su forma de actuar se lo voy a decir. Soy de las que creo que a muchas personas les duele más el bolsillo que otra cosas pero también hay muchas a las que el señalamiento social les afecta notablemente (esta posiblemente sea una barrera de contención para quienes tengan la tentación de saltarse la cuarentena).

Pero ante todo, NO DESISTATIS, NO OS DESANIMÉIS; sentiros orgullos de vuestro esfuerzo y solidaridad. Quedémonos en casa y demostremos que hemos evolucionado y que tenemos la fuerza y el coraje para salir victoriosos de una batalla que no sólo es contra el Coronavirus sino contra conductas, pensamientos y valores que no tienen cabida en una humanidad ni en una persona que quiera crecer.

Por aquí, por casa, hay momentos de crisis. Niko, a sus tres años, lidia en varias batallas; consigo mismo por su primera adolescencia, con la familia por ser el sandwich ( es el del medio de los Chichos) y con la cuarenta del Coronavirus. Hay momentos duros,  frustrantes…pero todo se olvida cuando se le pasa el berrinche, te da un abrazo y te vuelve a preguntar » Amatxu, ¿Hemos comido?».

Las que tienen que tener un estrés terrible son la mesa de mi cocina y la nevera (creo que ellas desearían estar enclaustradas en otro lado). El caso es que tengo la sensación de estar todo el día comiendo, limpiando y volviendo a comer. Mis amigas me mandan fotos preciosas de unas mesas muy cucas con sus aperitivos (sobre las 13h). A esas horas yo ya he desplegado el mantel varias veces y, si está la comida, no hay inconveniente en hacer de unos garbanzos con repollo el mejor de los aperitivos (ríete tú de las aceitunas y los pistachos).

La vida sigue, la vida continua y además de tener el deseo de que todo vaya bien hemos de ser responsables y actuar en consecuencia para que todo esto suceda.

Por cierto, mañana el post va a girar en torno a una duda; ¿Creéis que los ingenieros son  personas (confirmado que son personas) raras?.

Buen día y gracias a todos. #lallaveerestú#

Cuidado, cuidadín

Cuánta carga emocional, madre mía. Estos días son un máster acelerado en múltiples disciplinas.  Intento digerir todos mis estados emocionales pero a veces se suceden tan rápido que no me es posible.

Estos días me levanto con preciosos regalos. El hecho de estar con mis hijos todo el día me está dando vida y levantarme con mensajes dándome las gracias por escribir….me emociona. Personas que están velando por nuestra salud y por la de las personas enfermas en los hospitales, exhaustas de dar y dar me dan las gracias a mi por escribir al calor y gritos de mi hogar…Gracias a vosotras. Lo seguiré haciendo cada día con más cariño.

Hoy amanece un día soleado y aunque no podamos salir esta luz se agradece. Mis tres desafíos han madrugado y todo ha vuelto a empezar. Para no caer en la rutina cada día hacemos algo diferente (aunque sean tonterías). Más o menos tengo controladas las franjas horarias de los enfados y las conductas aunque hoy….hoy parece que todo empieza antes. La verdad es que me están sorprendiendo porque quien me conoce sabe que mis hijos son muy movidos y lo están llevando bastante bien; el hecho de tener una terraza también ayuda pero creedme que no hay campo suficientemente grande para ellos.

Creo que el vencindario se tiene que saber nuestros nombres, horarios y momentos de enfado porque no escatimamos en información y gritos. Ayer dejé en el ascensor una notita por si alguien necesita algún mandado (me encanta la palabra) y se lo podemos hacer (bueno, se lo puede hacer Jaime que es quien sale). Creo que pronto tendré que escribir otras pidiendo disculpas a los vecinos por los ruidos…

Tengo alguna idea que os pueden ayudar a sobrellevar algunas situaciones complicadas y, aunque no son de mi propia creación, quiero hacerme eco de ellas. Ahí van dos de ellas (buenas, bonitas y baratas oiga):

  • Ya sé que no te has olvidado de respirar pero seguramente no seas consciente de que estás respirando y cómo lo estás haciendo. La respiración es energía y vida por lo que coge un ratito y «escucha a tu respiración». Comprobarás que según el estado en que estés es más profunda o superficial, es más rápida o más lenta, es más agitada o relajada. Quienes están enfermos saben bien la importancia de respirar bien; nosotros que podemos, hagámoslo. El caso es que no nos viene nada mal dedicar unos minutos a respirar profundamente y oxigenar bien el cuerpo. Te aseguro que hacerlo te llenará de energía positiva y te ayudará a salir de estados de enfado, frustración, etc. ¿Cómo estás respirando ahora?…Anda, date vida.
  • ¿Cómo te comunicas? «Como puedo» dirás…Estos días es posible que nos comuniquemos más que de costumbre (y con más gente) ya que pasamos más tiempo con la familia y ante una jornada de confinamiento las personas tendemos a usar más el teléfono, el whattsapp, etc. Pues aquí es donde quiero llegar. Acuérdate de que los mensajes a través del móvil o diversas redes sociales sólo utilizan las palabras como elemento de comunicación (bueno, y algún emoticono que se utiliza al libre albedrio). ¿Qué pasa con eso? Pues que el peso de la interpretación se las lleva las palabras y como no hayamos sido cuidadosos con lo que decimos se puede interpretar de forma totalmente diferente. Las palabras hablan del qué decimos; la voz , los gestos y las  posturas de cómo lo decimos.  La voz, los gestos y las posturas son las que marcan la diferencia en la comunicación. Tenlos en cuenta. Si no hay gestos, ni voz ni posturas falta la parte del qué sensación queremos transmitir y la otra parte puede pensar que le estamos echando la bronca cuando sólo queremos desahogarnos, que le estamos señalando con algo cuando sólo queremos hacer una broma, etc. Cuántos conflictos y malos entendidos se han generado a través del Whattsapp o muchas redes sociales por utilizarlo en asuntos para los que no son.Cuando quieras decir algo importante hazlo en persona o sino a través del teléfono pero como utilices otros medios la posibilidad de «liarla» o que te la líen es alta. Debemos utilizar palabras positivas con intenciones constructivas (y, en la intimidad ya nos desahogamos ) porque sino, la cuarentena puede acabar como el rosario de la aurora.

Este es un momento-punto de inflexión social en el que todos recordamos y/o recordaremos qué o quien hizo o dijo algo porque es una situación que nos está retando y tocando en lo más íntimo a cada uno de nosotros. Estamos más sensibles, más receptivos e incluso más hostiles que nunca.

Quedan mucho días por delante pero cada vez menos para que, si nos portamos bien, salgamos de esta situación antes y de la mejor forma posible. Eso es resiliencia; de esta tenemos que salir mejor de lo que entramos. Cada uno de nosotros ha de  tomar consciencia y mejorar un poquito porque muchas gotas de agua hacen el océano.

La «pasta» la recuperaremos pero es prioritario recuperar la salud y dignidad social. El dinero se hace en alguna máquina de algún banco y es promovido por algunos intereses. Nuestra dignidad como humanidad no tiene precio y sí mucho valor; no se crea ni se destruye; ha de transformarse más superación y solidaridad. La riqueza vendrá de ello.

Oye, si se te ocurre algún tema a tratar, estaré encantada de tocarlo en estos post.

Buen día a todos; al fin y al cabo todo sigue su curso. Y, quédate en casa que cómo te vea por ahí te subo a mi casa y verás lo que es bueno jejejej.

Y tú ¿Qué eres? Zanahoria, huevo o café

Sí, en las situaciones difíciles es cuando se nos ven las vergüenzas. Y por vergüenza me refiero a todo aquello que, una vez superado el shock inicial, delata nuestras incoherencias y debilidades.

Estamos muy acostumbrados de hablar de la gente como algo abstracto, alejado de nosotros pero nada de eso. La gente tiene nombre y apellidos y entre la gente estamos cada uno de nosotros. Somos la gente los responsables de gran parte de lo que está sucediendo; por acción o por omisión todos tenemos responsabilidad solidaria  sobre cómo estamos llevando este proceso y cómo saldremos de él.

Esta cuarentena indefinida, porque ya es indefinida, requiere algo más que saber cómo pasar el tiempo en casa.

Está bien hacer planes de futuro aunque ya sabes que estos planes son meras guías; el viente marcará la diferencia. Y el viento es libre e impredecible.  Cada vez me voy acostumbrando, incluso cada vez me está gustan más,  la idea de que somos cambio.  Cuando nos acostamos somos diferentes a como nos hemos levantado; las experiencias, las emociones, los pensamientos y nuestras propias células son diferentes y han generado un ser diferente. Y a la gente de nuestro entorno le sucede los mismo; van cambiando. A veces, el cambio es mucho más sensible y es lo que hace que con el paso de tiempo perdamos afinidades con las personas de nuestros entorno y encontremos otras personas con las que compartamos más inquietudes. También puede suceder que las personas vayamos «al mismo ritmo» y nuestra afinidad se fortalezca.

Estos son días compartir mucho tiempo con parejas e hijos. Lo que a priori es una oportunidad para estrechar lazos y compartir experiencias también puede convertirse en momentos estresantes en los que aparezcan los conflictos. En otros casos esta cuarentena puede ser tan esclarecedora como dolorosa porque habrá quien (más de las que creemos) se de  cuenta de «cosas» de las que no eran conscientes (o no habían querido ser conscientes). El Coronavirus y sus consecuencias también nos trae luz; darnos cuenta de lo que para nosotros es verdaderamente importante, averiguar sin ningún tipo de filtros cuánto nos gusta nuestra vida y qué cambiaríamos o si nos sienta bien o no comer  Conguitos de chocolate….

Y, ahora, viene el ejercicio para hoy.

Escucha y responde. Y tú ¿Qué eres?.