los días pesan, o no….no lo sé. Recuerdo aquellos tiempos en los que salíamos la calle y, cual militares, seguíamos un rutina semanal como si no hubiese más alternativas. Y llegaba el viernes y, todos contentos; la semana había sido muy dura y…No sé, sigo pensando en que algo no cuadra. No acabamos de encontrarnos demasiado sentido.
Hoy me levanto más reinvindicativa de lo normal (difícil pero posible) y tanto el cuerpo como el alma me piden «caña» así que os necesito para desahogarme.
En mi cabeza rondan ideas que quiero contrastar (aunque sea a través de la telepatía de las redes) con vosotros. Ahí van:
- No, por el mero hecho de salir todos los días al balcón a aplaudir no te dan un vale para luego hacer o decir lo que te da la gana. Que no salgas si no quieres, pero deja de vomitar mierda y bulos a través de la red para crispar o meter miedo al personal. Tengo la sensación de que las redes se han convertido en una escupidera en la que cuando me aburro, estoy enfadado, no me entero o no sé gestionar mis emociones se puede escupir hacia todo aquel que se cruce con nosotros.
- No, que tampoco pasa nada porque nuestros hijos no avancen en contenidos este curso. Que si no nos hemos extinguido por gilipollas no lo vamos a hacer porque acaben el curso sin saber todas las tablas de multiplicar. Está muy bien, por salud mental, tener rutinas en las que los niños afiancen conocimientos adquiridos y que, como hay más tiempo (en teoría) puedan comprobar su importancia en el día a día al calor de hogar. Que ya cogerán ritmo, lo harán porque no les va a quedar otra. No caigamos en el error de pasarnos mañanas y mañanas mosqueados con nuestros hijos porque se les ha olvidado restar (como casi me pasa a mi jejejeje). En serio, ¿Qué queréis que recuerden vuestros hijos de esta experiencia? y, lo más importante ¿Cómo queráis que la recuerden y se la cuenten a sus propios hijos?. No, a mi no me gustaría que Jon les contase a mis nietos que su amama , en mitad de una crisis global por una pandemia, se puso de los nervios porque en un momento de despiste total, a él se le olvidó restar o que cada día era un «sinvivir»a cuenta de los deberes…. (Estamos locos o qué!!!!!)….No creo que ninguno de ellos pierda la oportunidad de ser lo que desea ser porque durante unos meses nos centramos en recordar y aplicar lo ya aprendido antes o avanzar en función de las demandas del niño. Echemos la vista atrás y veamos que, muchos de los referentes sociales y profesionales, han tenido etapas de menor avance académico y han logrado curar a gente, encontrar vacunas, escribir los mejores relatos y hacernos vibrar con sus artes. Es posible que incluso esos momentos «difíciles» sean los que les hayan marcado, impulsado, inspirado y guiado más en su desarrollo personal y profesional. Esta es mi opinión, por supuesto respeto aquellas que no estén en la línea.
- Los niños quieren salir, por supuesto que sí. Ayer precisamente hablaba yo con un íntimo amigo mío de 11 años que me contaba que hay momentos en los que se necesita salir. En este sentido es importante comprender situaciones especiales, muy concretas y específicas. Ahora bien, los niños NO NECESITAN SALIR como si del aire se tratase. Creo que ellos tienen el umbral del dolor más alto que nosotros jejejee. Quiero decir, los niños, en estos momentos del confinamiento (llevamos en torno a 20 días) son capaces de estar más días en casa. Los son porque tienen una capacidad de adaptación brutal, porque a poco que les expliquemos comprenden la gravedad de la situación y son muy solidarios. Que les viene bien, claro que sí. Que habría que plantear medidas si esta cuarentena se alarga mucho, mucho más también. Hoy por hoy los niños son bandera del «Resistiré». Otra cosas somos los mayores. Creedme que lo digo con conocimiento de causa; estar sin salir de casa con un bebé de 8 meses y otros dos (más que movidos) de 3 y 7 años es todo un reto. Creo que más que los niños somos los mayores los que acusamos la necesidad de soltar a nuestras «fieras» para que liberen toda su energía y nos dejen espacio físico y mental para nosotros. No, no somos malos padres ni malas personas cuando suspiramos deseando que todo esto pase para liberarnos de esa entrega 24×24. Es normal y hasta saludable. Pero, es ahora donde hemos de demostrar nuestra flexibilidad y resistencia (resiliencia) y aguantar poniendo el foco en lo positivo de esta situación. Si esto no hubiera pasado jamás hubiéramos tenido la oportunidad de CONVIVIR a jornada intensa y completa con nuestros pequeños; cuántas risas, abrazos, besos, sorpresas y emociones nos hubiéramos perdido. Hombre, si hay mucha necesidad se puede pedir al gobierno que, debidamente organizados, NOS saquen los niños un ratito al día (igual cuela).
- NO, todo no lo ha de hacer el gobierno. Tenemos el derecho e incluso la obligación de pedir ayudas que alivien esta situación. Faltaría más. Pero, cuando todo esto se acabe (bueno, desde ya mismo) todos hemos de darle una vuelta al tema y tomar decisiones de mejora. A escala personal y local hemos de identificar áreas de mejora (relaciones, formas de vida, negocios, rutinas, etc.) más sostenibles y constructivas. Soy autónoma y me siento bastante vulnerable con respecto a las repercusiones de esta crisis global; pediré ayudas pero también buscaré nuevas forma de adaptación y contribución social que ayuden a establecer un equilibrio social . Lo que está claro que es nos toca currar y de lo lindo pero a lo mejor no de la misma manera ni con los mismo objetivos. Siempre he sido firme defensora de que toda persona ha de conocer su propósito vital; un para qué potente que va más allá de recompensas externas como el dinero o el reconocimiento. Hacer por hacer es tontería.
Pues nada, ya me he desahogado.
Llave, ¿Tú que opinas?. #lallaveerestu#