La Pelaya te habla de la LL

Hola! ¿Cómo estás?, ¿Quieres saltar? Ya sabes a lo que me refiero. Quizás lleves tiempo con un necesidad interior de hacer cambios personales y/o profesionales. A eso le llamo saltar. Cruzar de un sitio actual a otro deseado; cambiar.

Es probable que tengas un proyecto en la cabeza, un deseo o una inquietud que poner en marcha. Y no sabes cómo empezar. Te diré cómo. Bueno, el Método LLave lo hará.

Hoy te presento a la LL. La LL te invita, sugiere e incluso te pide que TE LLAMES POR TU NOMBRE. No es broma. LLamarte por tu nombre no se refiere a dar tus datos personales. LLamarte por tu nombre hace referencia a lo siguiente:

  • Amigo/a mía, si alguien de verdad quiere saltar con mayores garantías de éxito ha de conococerse a sí mismo personal y profesionalmente. Muchas personas creen que se conocen pero luego se sorprenden con el feedback que les dan los demás. Algo no encaja.
  • LLamarse por el nombre implica conocer fortalezas y áreas de mejora REALES; cuanto más concretas sean, mucho mejor. Por lo tanto, cuando nos llamamos por el nombre lo hacemos basándonos en el presente y en la subjetividad más objetiva que podemos. Eso nos ayudará a evitar llamarnos por el nombre que nos gustaría tener. Esto suele ser bastante común, ¿no crees?.
  • Con respecto al salto que deseas dar, ¿tiendes a rodearte de personas fuga o tiendes a rodearte de personas fuelle?. Como podrás intuir las personas fuga son aquellas que perciben el mundo y sus posibilidades desde una perspectiva determinista; «Soy lo que soy y llego hasta donde llego», «El mundo es así,  qué le vamos a hacer», «El éxito sólo es para unos pocos entre lo cuáles ni estás tú ni estoy yo». ¡Qué bien suena, eh! Las personas fuelle nos motivan a superarnos, a evolucionar. Creen que la vida se puede construir y merece la pena el esfuerzo. El éxito no es asunto de unos pocos; el éxito también puede ser tu presente y tu futuro. Las personas fuelle son conscientes de las limitaciones y obstáculos pero también de las posibilidades de mejora. Estar cerca de ellas es toda inspiración; hasta cuando nos dan «collejas».
  • ¿EN QUÉ ERES LLAVE?, ¿Cuál es tu aportación de valor?. Si quieres dar el salto y aún no lo sabes esa ha de ser tu prioridad. Todos somos llave en algo. La clave está en saber en qué, querer ejercer de llave y trabajar para mantener en óptimo estado esa llave. Escribir sobre ello ayuda. Preguntar al entorno en qué eres llave, también.

Todo aquel profesional que quiera dar una propuesta de valor al mundo ha de saber e interiorirzar (creérselo) en qué es llave para los demás.  De lo contrario, pocas puertas abrirá.

Sí, lo se. Este es un resumen muy resumido de la LL del Método LLave. Si quieres saber más o hacer alguna consulta personas sobre ello sólo has de escribirme a ana@lallaveemocional.com.

Mañana seguiremos con la A. Te va a interesar.

Y recuerda que, pase lo que pase, #lallaverestúconacentoenlaú.

Y dice La Pelaya que ella también es buena profesional

“Eres de las normales” me dijo mi hijo Jon ayer cuando intentaba finalizar con éxito mi ocurrencia de bañarlos a los tres a la vez. Eso me pasa por preguntar. Después de indagar sobre mis defectos y virtudes como madre y  descartar opciones como comprar más regalos encontré un área de mejora a tener en cuenta. “Aunque la mayor parte de las veces mantienes la calma, hay veces que no” me dijeron los dos hermanos. Menos mal que Malen sólo tiene un año y aún no cuenta como jurado. El caso es que acordamos nuevas pautas de actuación para que esta humilde madre  mantenga más y mejor la calma. De momento parecen funcionar aunque, todo hay que decirlo, estamos en la “exaltación” de la intención. Veremos cómo va el tema.

¿Para qué te cuento esto? Pues, para decirte  que esta semana tengo un regalo para ti. La falta de tiempo y, por qué no reconocerlo, cierta procrastinación en la participación activa en las redes  hace que no me asome demasiado por estos lares. Y, además de  madre de familia numerosa también soy una profesional en propósito de enmienda con la red.

Creo que tengo mucho recorrido de mejora pero sé que cada día  hago mejor mi trabajo. Lo sé porque lo siento. Lo sé porque me lo dicen. Lo sé porque tengo claro que un buen profesional no ha de tener miedo al salto. Saltar puede ser aprender, promocionar, ampliar o cambiar de trabajo. Saltar es decidir acercarte al objetivo. Y, por eso, voy a compartir con todo aquel que lo quiera conocer un cachito de mi método. El Método Llave. A mí y a muchos profesionales les ha servido de ayuda.  Espero que a ti también. Cada día de esta semana compartiré una parte del método. ¿Para qué? Para convencerte de que pase lo que pase, sea lo que sea #lallaverestúconacentoenlaú.

Y antes de empezar me gustaría preguntarte algo: ¿Eres un profesional impostor?. Tanto si lo crees como si no, estás en lo cierto. La clave está en que elijas la opción que más ÚTIL te resulte. Sentirse un poco impostor siempre viene bien (sentirse no es ser). Ya sabes, en su justa medida, es como el miedo, nos da prudencia y nos invita a aprender y evolucionar. El problema viene cuando nos pasamos de dosis y nos acabamos identificando con un impostor de manual que no va ni para adelante ni para atrás.

Nadie es impostor por desear cambiar y mejorar.

Nadie es un impostor por querer generar valor.

Nadie es un impostor por tener una forma diferente de hacer las cosas.

Nadie es impostor por querer ser y pertenecer.

Los impostores no generan valor ni evolucionan.

Así que si te ronda la cabeza hacer cambios, saltar y evolucionar, que sepas que no eres un impostor; eres una apuesta segura porque #lallaverestúconacentoenlaú.

Buen día.

La Pelaya quier ser mejor profesional. 

 

Y dice La Pelaya

«Que no quisieran estar en el puesto de mi marido» dicen. Qué razón tienen. Tengo mi aquel. Aunque ya sabes que una no siempre le pone tanta energía a todo, bueno yo…igual sí. Mejor dejemos el tema. ¿Cómo va tu semana?. La mía bien, estoy contenta. Ayer fue un día muy intenso. El grupo formativo con el que comparto mañanas cerró una estupenda semana en la que el aprendizaje se ha sentado con nosotros. Creo que lo estamos consiguiendo. Y, por la tarde cerramos una andadura intensa. Desarrollar habilidades para hablar en público es uno de los mejores regalos que nos podemos hacer. Gran grupo; ya somos familia y todo.

Entre medias he estado con gente a la que quiero y aprecio.

Me estoy dando cuenta que La Pelaya es una tía lista; sabe rodearse de gente mejor que ella. Qué jodida!

Mi entorno tiene grandes proyectos vitales y profesionales. Eso, me hace ponerme las pilas.

¿Qué? ¿Ayer te gastaste muchos dineritos con esto del Black Friday? Si puedes, haces bien. Eso sí, acuérdate del comercio local. De lo local vivimos todos y, a nivel emocional, más. Quien nos da los buenos díás, quien nos enseña su mirada cómplice, quien nos ayuda o nos aconseja, quien saca lo mejor de nosotros, quien siempre está ahí y  saca una luz en mitad de nuestra oscuridad es nuestro entorno.

Pues nada, que os dejo que tengo mucha plancha en casa. Hoy, nos hemos despertado a las 7:30. Un lujo. ¿Sabeis lo primero que hemos hecho? Cambiar pañales. Malen está con la boca y ya sabeis. Ahora tengo al personal pendiente de hacer tareas varias. Me rodean dando saltos y giros raros. Tiemblo por la integridad de mi portátil.  Quieren que deje de escribir y cual dictadora matriarcal exponga lo que han de hacer. Qué majos direís. Lo son. Y también avispados.

Saben que si hacen todo lo propuesto podrán jugar a la Play. Y, sino, no. Creo que, además de leer y hacer alguna cuenta les va a venir genial recordar cómo se pasa el polvo y recoge la ropa.  Y a mí, también.

Que tengais un bonito día.

Que #lallaveerestúconacentoenlaú

 

 

Y dice La Pelaya

Semanas intensas.  Aprediendo sobre la marcha. ¿Cómo ha ido tu semana?.  Hay un halo de tristeza en el ambiente. Es normal e incluso saludable. La tristeza siempre va unida a la palabra pérdida. Hay un nueva realidad a la que nos tenemos que adaptar. La tristeza nos ayuda a ello; baja el nivel de energía vital que tenemos o sentimos para poder trabajar en la readaptación. Dejémosla trabajar. No suele tardar mucho.

El riesgo está en acomodarnos y retroalimentarnos en esa parada. Tender a no querer hace nada y comenzar con el «Día de la Marmota». Cuanto menos haces, menos quieres hacer. La apatía es una emoción de la pandilla de la tristeza que si la alargamos inncesariamente en el tiempo puede hacernos mucho daño.

Este halo de tristeza y miedo que cubre nuestro cielo sólo es una capa; detrás está la luz. La clave está en romper poco a poco esa capita de tristeza con pequeñas acciones diarias; una sonrisa a quien hace tiempo que no se la dedicamos, un «lo siento», un «te quiero», un chiste, un «ánimo», un paseo, una decisón, un regalo, un chocolate rico rico, un libro, un esfuerzo, un reconocimiento, un grito al aire, un salto, un baile o una canción pueden romper la barrera que nos separa de la luz. Ya sabes que nunca estoy tan oscuro como antes de amanecer. Amanecerá.

Un día Niko me dijo que quería estar confinado. Me hizo gracia. Hay veces que el día a día se hace pesado. ¿Qué le hace pesado? Un poco de todo…pero nuestra forma de afrontarlo puede cambiarlo todo.

¿Qué vas a hacer hoy para romper el halo de tristeza y ser luz para ti y para los demás? Yo me daré algún capricho y saldré a la calle con mi tropa. El resto vendrá sólo. Ah! A lo mejor pondremos el árbol. Esto promete…

Y, aunque no lo he mencionado, mi mañana también ha pasado por poner lavadoras, frotar y pronto planchar. Ya sé que no es muy atractivo de leer pero es que yo soy La Pelaya; una influencer o un influencer de andar por casa jejeje. Como tú.

¿Te recuerdo una cosa?

Pues que #lallaveerestúconacentoenlaú.

 

 

Y dice La Pelaya

Hoy ha amanecido así.

Niko la llama la fiesta de las nubes.

Ellas no están confinadas. Y nosotros ¡ya tampoco!!! Hoy saldremos todos juntos cual familia numerosa que necesita aire porqueencasasinoaveceshaydemasiadaenergía. Mis crías son como cervatillos que necesitan desfogarse al aire libre. Echan de menos a sus abuelos, a los primos, a las vacas… Y a falta de pueblo buenas son las calles y los parques de Bilbao.

¿No teneís la sensación de vivir a veces en una burbuja? Los días Covid no sólo son diferentes con respecto al exterior. También lo son internamente. Parece que ya no sentimos como sentíamos; estamos descubriendo cosas sobre nosotros que desnococíamos. El cuerpo, la mente y las emociones están a flor de piel. Lo que antes no tenía tanta importancia ahora la tiene. Lo que antes pasaba desapercibido ahora lo notamos y sentimos sin esfuerzo.  ¿Qué está pasando?. Pues está pasando el tiempo y la vida de forma diferente.

A mí ya ni las lentejas me saben igual.

Pero, ¿sabes una cosa? Seguro que lo sabes pero te lo voy a recordar. El AMOR   todo lo puede. Lo más dífícil, lo más duro, lo menos agradable e incluso la mayor de las incetidumbres puede llevarse, sobrellevarse y e incluso solucionarse con amor.  Y no, no me refiero a estar a todos horas happyflower. Se trata de un estado de feeling que consigues con la vida y con alguien en el que sabes que, a pesar de todo, está de tu parte. Te ama. Y desde el amor te acompaña.

En una ocasión mi amiga Bárbara les contó a los niños que el amor es la emoción que contiene a todas las demás emociones. Me pareció una frase tan bonita como esclarecedora. Claro que sí! El amor también contiene tristeza, miedo, ira, asco, sorpresa, esperanza y cientos de emociones más. Se puede querer, enfadarnos y gritar. Se puede amar y  sentir miedo a la vez… Pero, todas ellas, bajo su manto se impregnan de luz. Bajo el color del amor la oscuridad disminuye. Estamos más preparados para afrontar y superar lo que haya que superar.

¿Qué me estoy poniendo muy profunda? Es que lo soy. Y, cuando lo miro y lo hago todo bajo la capa del amor, las lentejas me saben más ricas, la gente me parece menos mala y más vulnerable, los problemas no me secuestran y la vida me parece más maravillosa. A pesar de todo; la vida es maravillosa. Y es nuestra misión que cada día, a pesar de todo, lo sea más y mas.

En definitiva, que si te has levantado con la tentación de despotricar contra todo y contra todos date prisa y hazlo. Pero no pierdas demasiado tiempo en ello y después, céntrate en disfrutar de cada segundo. Dile que le quieres a alguien a quien aún no se lo has dicho, ríete de ti mismo, perdónate y permítete ser más y mejor. Aléjate o acércate. Haz lo que quieras pero hazlo desde el amor.

Feliz día del amor. Aunque quizás no te conozco que sepas que ya que quiero un poquito. Gracias por leerme.

Recuerda #lallaveerestúconacentoenlaú.

 

Y dice la Pelaya

¿Qué tal ha ido tu semana? Por aquí, entretenida. Los días pasan rápidos e intensos. Malen hace tiempo que encontró su trono pero esta semana el reinado se le ha complicado un poco.  Creo que fue el miércoles.  Mientras me disponía a ponerle hielo en el ojo a Jon porque Niko, sin querer, le había dado un golpe con la tablet Malen hizo su ronda matutina por el reino Peña-Fernández.

El trono de Malen

De repente escucho un lloro quejoso. Corro hacia el baño y allí estaba; atrapada en su trono-bidé. Como de costumbre se había metido en él con algún juguete. Esta vez se llevó una sorpresa. Supongo que sin darse cuenta con la espalda levantó el grifo y el agua comenzó a subirle desde el culo a la espalda. Esa sensación aún no la conocía. De hecho, aún no se había dado cuenta de que el grifo de su trono funcionaba. Cuando fuí al rescate su carita era indescriptible. Le duró pocos segundos el susto; enseguida buscó otro charco para meterse.

Y es que eso de meterse en líos creo que le ha venido por parte materna. ¿Qué le vamos a hacer!

Según pasan los años, las ganas de meternos en líos decrecen pero aún así a muchos todavía nos queda fuelle. Y, sinceramente, creo que merece la pena meterse en algunos charcos. Sólo así se aprende y evoluciona.

Y es que el miedo está más presente que nunca. Vivimos tiempos impregnados de incertidumbres, tristezas, miedos, sorpresas, rechazos, etc. Es lo que es. Pero también vivimos tiempos que necesitan más que nunca de inyección de tranquilidad, superación, creatividad, positivismo, bienestar y amor.  Y esas emociones no nos van a caer del cielo. Si estamos esperando a que vengan de fuera, sentémonos a esperar.

Hay que ponerse las pilas porque, si no, la batería se descarga y lo que hoy es una situación complicada mañana se puede convertir en una persona enferma. Aprendamos a diferenciar entre personas y problemas. A las personas debemos tratarlas con atención y respeto. A los problemas con firmeza y dureza.

Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de, en la medida de lo posible, hacer que nuestro día a día sea un poco más feliz y llevadero de lo que es.  Si las cosas están o vienen «jodidas», habrá que pararse para permitirnos llorar y lamentarnos. Pero, sólo el tiempo suficiente para que la tristeza haga su trabajo. Despúes, hemos de girar el foco del problema a la solución y ayudarnos de la energía que nos da la ira para «pormisnaricesestolosolucionoyo». Sólo así, todo irá mejor.

Seguimos siendo llave. Arriba! porque  #lallaveerestúconacentoenlaú#.

 

Y dice la Pelaya

¿Qué a qué hora me he despertado? Prefiero no entrar en detalles. Sólo te confirmo que Niko ha preguntado varias veces «cuándo se hacía de día». Como en día anteriores, no ha faltado la pataleta. En estos momentos me acuerdo de aquel simposio de gente muy culta, importante, reflexiva y resolutiva que durante unos días se reunieron para hablar de la vida y consensuar ideas. Conclusión acordada final: «Todo pasa». Hombre, podían haberselo currado un poco más y concretar cómo hacer para que algunas cosas pasen más rápido, ¿no?.

La verdad es que, con lo que respecta a las pataletas ya me sé la lección; paciencia. Ya sabes, ese amor de la la pandilla de la alegría que hace que todo sea más llevadero y menos impactante. En esas estamos.

Y hoy, ¿de qué te quiero hablar? A veces se me va «el santo al cielo»…Ah! ya lo recuerdo. Te quiero recordar eso que suele decir Ana. Ya sabes, que no hay decisión sin emoción. Vamos, que cuando vayas a decidir algo tengas muy en cuenta desde qué emoción lo haces. No vaya a ser que la líes.

Estamos en tiempos en los que el miedo, la ira y las tristeza campan a sus anchas. La situación es y está complicada. Si no controlamos nuestras emociones, el tema puede empeorar y mucho. Sí, sin paños calientes. Especialmente ahora, las emociones cobran protagonismo; nos avisan de cómo estamos por dentro y de las posibles consecuencias externas.  Te están avisando, luego, no te quejes que nos conocemos.

En fin. Cada vez que decidas algo más o menos importante asegúrate de que lo haces desde alguna emoción de la pandilla de la alegría (amor, esperanza, ilusión, seguridad, tranquilidad, paciencia, etc.). Hacerlo así, te acerca al éxito. Y, si decides decidir desde la ira, el miedo o la tristeza hazlo conscientemente y con la dosis adecuada. Ya sabes, como si fuera sal.

Tomar decisiones «secuestrados» por la emoción implica un alto precio de rescate.

Con o sin confinamiento perimetral #lallaveerestúconacentoenlaú#

Y dice la Pelaya

¿Sabes quiénes son Masha y el Oso? Son unos dibujos animados. Masha es una niña con pañuelo en la cabeza que tiene en un sinvivir al oso. Muy entrenidos, no lo dudes.

Pues en mi casa tengo una Masha sin pañuelo pero con ricitos. Un terremoto que madruga. No sé dónde lo han aprendido pero mis tres hijos madrugan, y mucho. El caso es que normalmente la mañana transcurre con «relativa» tranquilidad. Ayer y no no. Os enseñaría una foto de cómo queda la casa pero preferiero que tiréis de imaginación.

El caso es que una pataleta de las gordas de un niño de 3 años, un terromoto quejoso por no haber dormido bien y uno «comonotengotabletymeaburrovoyachincharyjugarconmisheramanos» a las 6:20 de la mañana es todo un reto para mi inteligencia emocional. Para la mía y para la del vecino de abajo. Sin duda, le hacemos pasar por mil emociones cada día. La última vez que hablé con él me contó que algún día le gustaría tener hijos. ¿Seguirá pensando lo mismo? No me atrevo a preguntar.  Niko y Jon le han hecho un dibujo acompañado de una petición de perdón. La hemos dejado debajo de su felpudo. Tal y como están los tiempos no sé si se atreverá a cogerlo. Quizás el título del sobre: «Para mi vecino Daviz» le de alguna pista.

Y, ¿qué te quiero contar con esto?. Además de desahogarme (que nunca bien mal) me gustaría decir que, a pesar de todo, merece la pena. Y es que todo lo bueno, lo bueno de verdad. requiere de algún sacrificio y esfuerzo. Forma parte del camino. La maternidad o paternidad, proyectos profesionales, emprendimientos, superación personal, relaciones personales..Todo ello tiene tanta luz como sombra. Es, lo que es. Aceptar lo que nos agrada y motiva implica aceptar también esfuerzo y sacrificio. Y, aunque hay momentos más o menos fáciles, complejos o duros, merece la pena.

A estas alturas no creo que creas a pies juntillas que la vida es o son sólo  fotos o momentos aislados de Instragram o Facebook. Efectivamente, gusta, recrea e inspiran esas fotos. Siempre es motivador visualizar imágenes que nos agradan e incluso impulsan a empezar, continuar o finalizar algún reto. Pero, la vida es más. Detrás, al lado y delante de esas fotos también hay esfuerzo. Y no me refiero únicamente al esfuerzo que requiere hacer una foto, transmitir  un contenido, seleccionar un estilismo o elegir un escenario. Me referio al esfuerzo emocional de hacer cuando no apetece, de seguir cuando estamos tristes, de insistir aunque no estén los likes deseados, de reafirmarnos ante las críticas, etc.

En las peliculas, en las redes sociales e incluso en la vida cotidiana no se suelen ver esos esfuerzos y superaciones. Pero están. ¿Es bueno que se vean? Puede serlo. Ayuda a no dar una imagen sesgada de la vida ¿Es bueno que la vida también se vea bonita? Por supuesto que sí. Aunque no sea más que porque nos relaja o entretiene siempre viene bien. Pero  además, puede inspirar y motivar a quien en ese momento no se sienta inspirado o motivado.

¿Dónde puede estar el secreto? Quizás en que cuando alguien construye la vida que desea, los sacrificos no son tales. Se perciben como parte del camino. Se sobrellevan mucho mejor porque hay un fin que nos merece la pena.

Que tengas un precioso día. Construye tu propia vida. Protagoniza tu propia historia. Porque #lallaveerestúconacentoenlaú#.

 

 

Fatiga decisoria , así se llama lo que muchas personas pueden estar sintiendo a lo largo de estos últimos tiempos. Decidir, lo que es decidir todos los días lo hacemos muchas veces; dicen que en torno a 35.000 veces. Muchas me parecen. La posibilidad de error no es pequeña.

Claro está que hay decisiones más importantes que otras, pero en estos tiempos uno a veces ya no sabe cúales son cuáles. Y deberíamos saberlo.

Con esto del Covid y su intensa capacidad de contagio nuestra capacidad decisoria todavía está más estresada. ¿Quién no se ha visto preguntándose repetidamente si está haciendo lo correcto? ¿Quien no ha tenido que decidir al respecto mil veces al día?. Resulta agotador. Si salgo a tomar algo o no,  si voy al pueblo a ver a mis padres o no, si estoy a la distancia suficiente o no, si salgo a comer con unos amigos o no, si esto está bien o no, si esto es solidario o no, si esto es responsable o no…

Tiene su miga. En muchas ocasiones, por muy raro que parezca, el hecho de que prohiban o permitan algo nos alivia de tanta  decisión. En los últimos tiempos, mi hijo Jon es un fiel seguidor de Urkullu. Lo que él diga marca su vida; de Urkullu depende que vea o no a sus abuelos (como dice él) o que pueda jugar al fútbol en equipo o no… Eso sí, hemos de estar atentos y no caer en la tentación de perder innecesariamente  energía en el despotrique contra la norma o los comportamientos ajenos. Por ahí puede haber grandes fugas no sólo de energía sino también de alegría y motivación.

Y es aquí donde yo, la Pelaya, tiro para lo mío y te recuerdo que no hay decisión sin emoción  . Todas las decisiones están promovidas  por  las emociones. En otras palabras, que cuando vayas a tomar una decisión, seas muy consciente de qué emoción sientes porque ella va a condicionar mucho tus decisiones. Cualquier decisión tomada desde la tranquilidad es diferente a la tomada desde el miedo, el enfado o la tristeza. Casi nada. Saca tus propias conclusiones. Las emociones siguen mandando amig@ mí@ y hay que tenerlas muy en cuenta para que no sean ellas las que controlen nuestro comportamiento y condicionen nuestros resultados.

Además, siempre viene bien preguntarnos algo: Realmente, de alguna manera ¿Me es lo más útil hacer lo que he decidido hacer?. Si la respuesta en «Claramente sí» a por ello. Si hay dudas, dale otra vuelta al tema. Si la respuesta es  «No» paraliza la operación; a otra cosa mariposa.

Pues eso es lo que te quiero contar hoy. Con esto del cambio de hora no sé ni qué hora es pero lo que siempre tengo claro es que #lallaveerestúconacentoenlaú# y yo, claro.

Que tengas un bonito domingo y un lunes agradecido.

 

 

Y dice la Pelaya

«Estaba pensando yo en estas cosas del pasado. Dicen (seguramente será cierto) que todos tenemos pasado y presente. Lo del futuro es otro cantar. Hay quien se empeña en darlo por hecho pero, «ay! amigo» ¿Quién lo sabe?. No, no tengo ganas de ponerme trascendental. Para eso ya tenéis a Ana. A mí,  me va más lo de andar por casa.  ¿Qué tal te llevas con tu pasado? No es por ser cotilla que, un poco ya lo soy. Más bien es por hacerte pensar en cosas más raras que rutinarias. Ya sabes, cosas de las que no se come o vive pero que te comen o consumen si no lo haces.

Si no lo has pensado quizás deberías hacerlo porque, claro, si no nos llevamos un poco bien con nuestro pasado es muy posible que andemos enfadados con el presente y fastidiemos un poco el futuro. Eso pienso yo.

Con esto del pasado no me refiero a una película de miedo o asuntos turbulentos. Más bien estoy pensado en situaciones como acciones o conductas de las que nos arrepentimos, «cosas» importantes  que nos hubiera gustado hacer y no hicimos, relaciones rotas sin saber muy bien por qué, una mala palabra en un mal momento, etc. De eso, quien más quien menos, todos tenemos.

Y puede parecer una tontería pero, no lo es. Una digestión mal hecha en la pasado puede ser una indigestión continuada a en el presente y una úlcera en el futuro.  Quien no dijo, hizo, perdonó o aceptó algo importante para él, es posible que hoy siga con el dolor, el enfado, la frutracción, el desencanto y un sinfín de emociones sin digerir.  No va a desaparecer por sí sólo. No caigamos en la tentación de pensar en que lo que no se habla o piensa no existe.

¿Qué hacer? Pues un «chequeo mental y emocional». Como la ITV de los coches, una revisión de cuestiones pasadas. ¿Alguna nos afecta más de la cuenta? Si la respuesta es «No»  revisión pasada. Todo en orden. Si la respuesta es SÍ, no cerremos el libro. Leamos lo que nos quiere decir o decidamos qué hacer.

Si deseamos hacer lo que no hicimos, hagámoslo.

Si deseamos pasar página sin mayores cambios entendamos que forma parte del pasado, agradezcamos lo que nos ha enseñado, perdonémonos recordando que todos tenemos derecho a equivocarnos, aprender y seguir. Y, sigamos.

Si no tenemos valor para enfrentarnos a ello seamos honestos con nostros mismos y permitámonos no estar al 100%. Pactemos una tregua con nosotros mismos con el compromiso de pasar la ITV en cuento nos sintamos preparados.

Puedes estar pensando en que parece fácil pero no lo es. Tienes toda la razón. No digo que sea fácil porque tiene su complejidad. Eso si, hacerlo es tremendamente útil y liberador. Merece la pena el esfuerzo. Incluso muchos más que llevar unos zapatos tan bonitos como incómodos, ir al gimnasio o ponerte a dieta.

El pasado afecta al presente y condiciona el futuro. Merece la pena poner en orden el pasado para liberarnos hoy y evolucionar mañana.

Creo que Ana me está «comiendo la cabeza» porque a veces hablo como lo hace ella. Si es que, las malas compañías…

Anda, aunque sea sábado, entre paseo y paseo, cervecita y cervecita o película y película, dale una vuelta al tema que en agua estancada sólo crecen sabandijas.

#lallaveerestúconacentoenlaú#